Los valores intelectuales conviven entre los extremos de los vicios para poder fijarse como un bien cognitivo. Estos aspectos intelectuales que presentamos a continuación residen en la mente de cada persona, pero deben cultivarse y fortalecerse día a día.
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¿Qué son los valores intelectuales?
Los valores intelectuales son rasgos que están orientados hacia la sabiduría, la verdad y la comprensión. Contar con estos aspectos intelectuales de una persona hace que sea virtuosa y tenga motivación por tener dichas cualidades. Estos aspectos intelectuales son cualidades personales de carácter muy profundas y necesarias, puesto que ayudan a tener un buen pensamiento crítico y, de este modo, también se puede aprender de una forma más completa.
El concepto de valores intelectuales (también conocidos como virtudes), en el ámbito intelectual, se refiere a las virtudes intelectuales son las cualidades propias de un buen pensador o de una persona que está en pleno aprendizaje. De hecho, existen nueve “virtudes maestras” (cualidades intelectuales) que se van formando en las distintas dimensiones del aprendizaje, y de ellas hablaremos más adelante.
Valores intelectuales versus valores morales
Los valores morales y el concepto de intelectual tienen su base en los pensamientos aristotélicos. La definición de valores intelectuales y morales, en cuanto a sus diferencias, se sitúa en “los poderes del alma” y las acciones humanas, donde está el principio del intelecto o razón y el principio apetitivo.
Los valores morales, en palabras del teólogo y filósofo Santo Tomás de Aquino, son aquellas virtudes que “están en la facultad apetitiva”, mientras que las virtudes intelectuales son las que “perfeccionan solo la parte intelectiva del alma”. En este sentido, sostiene que “los hábitos del intelecto especulativo no perfeccionan la parte apetitiva, ni la afectan de ninguna manera”.
Las virtudes intelectuales están divididas por la razón especulativa y la razón práctica, lo qué es el aspecto intelectual. La razón especulativa está constituida por la sabiduría, la ciencia y la comprensión; mientras que la práctica se constituye del arte y prudencia.
A su vez, la prudencia también es un valor moral, porque es la “razón correcta sobre las cosas que deben hacerse” para poder perfeccionarse. En este caso, se puede decir que confluyen ambos valores.
Por su parte, las virtudes morales tampoco están exentas de algunas virtudes intelectuales, y esto tiene que ver con “el uso correcto razonado de los hábitos”. Es decir, que el collage de valores morales también necesita de la comprensión y la prudencia de los valores intelectuales; se repite el caso en el que confluyen ambos valores. Dijo Santo Tomás que:
“Es en virtud de la comprensión que conocemos los principios evidentes tanto en asuntos especulativos como prácticos. En consecuencia, así como la razón justa en materia especulativa, en la medida en que procede de principios naturalmente conocidos, presupone la comprensión de esos principios, también lo hace la prudencia, que es la razón justa sobre las cosas que deben hacerse”.
Vale destacar que el caso de la prudencia como conector de ambos valores no es un factor común con otras características intelectuales de una persona, puesto que una persona sabia no necesariamente es una persona buena. Es decir, una persona puede actuar guiada por sus emociones e impulsos ignorando lo que se sabe que es verdad.
Características de los valores intelectuales
Para ahondar mejor en el tema de las características de una persona intelectual, hay que identificar en principio la capacidad cognitiva y la inteligencia, pero para llegar a esos niveles de ignorancia mínima, hay que internalizar cuáles son los valores intelectuales y cultivarlos para saber cuándo es apropiado usarlas. A continuación, estas son las características de los valores intelectuales:
Práctica constante
Cuando se habla de la “ignorancia mínima” es porque nunca puede ser cero, ya que una persona no puede saberlo todo, pero sí puede aprender día a día. En este sentido, una de las principales características de los aspectos intelectuales es que se basa en una práctica constante.
Las virtudes intelectuales no vienen con el nacimiento, no es como poder ver o escuchar de forma natural, pues nadie nace siendo perseverante, con buen pensamiento crítico o con una mente abierta. Es por ello que las personas debe instruirse y practicar constantemente para fortalecer la habilidad del pensamiento.
El camino a ser una excelente persona
Por otro lado, los valores intelectuales son rasgos de carácter que se adhieren a un ser humano que es calificado como una “buena persona” o “excelente persona”. Es decir, una persona que goza de sus valores intelectuales se convierte en alguien de bien, con buenas disposiciones (lo qué es el conocimiento intelectual) en los distintos escenarios de la vida.
Un ejemplo de qué es intelectualidad es la tendencia a recibir críticas con una mente abierta, sin desestimar la visión del otro, cuando dicha observación es lo suficientemente razonable como para que sea considerada con respeto y seriedad. De hecho, la definición de intelectuales puede incluir varios aspectos positivos como:
- Distinguir entre los buenos, malos argumentos y las falacias
- Buen uso de las herramientas lógicas para evaluar hipótesis y conclusiones
- Consulta y evaluación de varias fuentes de información
- Razonamiento sobre causalidad y casualidad
- Identificar cómo las acciones y situaciones influyen en el buen raciocinio
- Tomar decisiones racionales en diferentes ámbitos sociales
Los aspectos intelectuales y las emociones humanas
En tercer lugar, al ser rasgos de carácter, los valores intelectuales involucran todo lo natural del ser humano, como las emociones, intenciones, los demás valores y las motivaciones, que funcionan como un impulso para lograr las metas fijadas. Esto también influye en cómo se relacionan los valores y la inteligencia.
El significado intelectual tiene que ver con el desprecio de la mentira y la falsedad, y valora el conocimiento y la comprensión. Las imágenes de valores intelectuales son aquellas que, desde el interior, se expresan para definir qué significa ser intelectual. Es tener intención y disposición de actuar de forma intelectualmente virtuosa admirando lo justo y lo verdadero.
Reside en los aspectos cognitivos
En este punto ya no es una interrogante qué son los aspectos intelectuales, y es que los valores intelectuales, como hemos dicho anteriormente, residen en la parte cognitiva de las personas, así que el significado de intelectuales apunta directamente hacia los “bienes cognitivos”: la verdad, el conocimiento y la comprensión. Entonces, sabiendo cuáles son los valores intelectuales o bienes cognitivos, se pueden determinar los factores claves para trazar una línea entre qué son los intelectuales y los morales (valores).
Marcados por extremos
En su mayoría, los valores intelectuales están situados en medio de dos extremos —o vicios, como el antivalor de sabiduría—, los cuales son un exceso y una deficiencia. Para ser más concretos, el coraje intelectual está en medio de la temeridad y la cobardía; a su vez, la humildad se encuentra entre el autodesprecio indebido y la arrogancia. Son dos claros ejemplos de cómo estos aspectos intelectuales coexisten entre los vicios, pero esto no evita el éxito en la vida, las relaciones, los logros o buenas relaciones interpersonales.
Valores intelectuales que caracterizan a una persona
Tras explicar las características de los aspectos intelectuales, quedó establecido que la mayoría de los valores intelectuales se sitúan entre los vicios de la deficiencia y el exceso. Sin embargo, es momento de hablar de las virtudes que forman parte de la definición de aspecto intelectual; dichas virtudes son rasgos de carácter que involucran pensamiento, comportamiento y motivación en relación con el conocimiento y que hacen que una persona sea “de bien”.
Curiosidad
Uno de los primeros valores intelectuales es la curiosidad, un ejemplos de valores sensibles que puede aumentar naturalmente a medida que las personas pasan por las distintas etapas de su vida. Por supuesto, empezando desde la niñez, la curiosidad empieza a ser latente, y la búsqueda del conocimiento se activa.
El deseo de aprender cosas nuevas, distintas, y la búsqueda de la verdad son las características principales de la curiosidad como virtud. La curiosidad hace que las personas se cuestionen todo o un tema interesante y, ciertamente, fue la curiosidad la causante de que exista la ciencia, el arte, las investigaciones y la cultura en general.
Por otro lado, así como la curiosidad va creándose en la vida, también debe fomentarse para establecer un interés o pasión, dos factores necesarios para la comprensión. En este caso, los padres deberían alimentar la curiosidad de sus hijos en temas básicos como las letras o los colores, pero también (poco a poco) aumentando la dificultad de los temas y ver si estos captan su atención.
La curiosidad, en medida, es un valor que va más allá de preguntas y respuestas, y se mueve por medio de las emociones y pensamientos. Siempre que algo pueda ser interesante para el conocimiento, es una buena oportunidad para ser curioso. Sobre esto, el profesor de filosofía de la Universidad de California, Irvine (UCI), Duncan Pritchard expresó que “cualquier tipo de esfuerzo intelectual, necesita tener curiosidad”.
Asimismo, explicó que como los valores intelectuales están en medio de los vicios ser demasiado curioso puede hacer que surjan preguntas que son irrelevantes y “también puedes tener el vicio de la deficiencia, donde simplemente no siente curiosidad en absoluto”.
Cuidado
El aspecto intelectual del cuidado impulsa a buscar distintos temas que generen intriga o que llamen la atención, sobre todo si son tópicos que merecen atención general o son temas en tendencia. A esto también se le conoce como “tenacidad intelectual”, e implica tener un buen desarrollo de la conciencia y la capacidad de respuesta para poder lidiar con los demás “requisitos intelectuales”, como el buen pensar.
Otro aspecto destacado del cuidado intelectual que hace que una persona sea “buen pensador”, es que está siempre alerta por si surgen errores o contratiempos y hace un esfuerzo para que no sucedan. Es por ello que el valor de la curiosidad hace que alguien se enfoque en comprender todo para luego hacer un análisis y, acto seguido, un juicio si es necesario.
En este sentido, tener deficiencia de cuidado intelectual trae consecuencias negativas, pero también puede pasar lo mismo si se es excesivamente cuidadoso intelectualmente, puesto que el miedo al fracaso suele aparecer y arruinarlo todo. De hecho, en su libro Virtuous Minds (2013), Philip E. Dow dijo:
“Prestar mucha atención a la evidencia y tener cuidado de no pasar apresuradamente información importante no producirá una mayor tasa de éxito en todas las áreas de nuestras vidas, pero creará necesariamente la tranquilidad y la confianza necesarias para abordar las oportunidades de la vida y los obstáculos”.
Autonomía
Otro ejemplos de aspecto intelectual es la autonomía (independencia), que no es más que pensar por uno mismo y no creer en lo primero que se ve o se escucha en primera instancia. Es decir, una persona autónoma de pensamiento es menos propensa a sucumbir ante las falacias, sino que busca las evidencias y determina si los argumentos están bien fundamentados o no.
No obstante, esto no se trata de creer tener la verdad absoluta. Una persona con autonomía intelectual puede formar sus propios juicios, reflexionar y ser inquisitivo tanto interior como exteriormente, pero debe existir un equilibrio para no caer en los vicios, y poder reconocer y respetar las posiciones de los demás.
Es necesario resaltar que el pensamiento autónomo también debe inculcarse desde temprana edad para poder enfrentarse a los retos de la vida misma, como la presión social o a la recepción de los mensajes de los medios masivos.
Humildad y tenacidad
La humildad y la tenacidad intelectual suelen ir de la mano porque, según Pritchard, “hacen una combinación interesante”. Asimismo, sostuvo que la humildad intelectual se relaciona con la integridad y se trata de “ser consciente de las propias limitaciones intelectuales y, por lo tanto, no ser dogmático ni sobrestimar las propias capacidades. Pero también es tener una apertura hacia los demás en el trato con los demás”, no ser arrogantes y respetar las opiniones de terceros “y no ser altivo al respecto, incluso si sabes que sabes más sobre ellas”.
Seguidamente, está la tenacidad, una virtud que se basa en la convicción, el coraje y no dar las cosas por sentado. Un ejemplos de qué es intelectual es que“puedes tener convicción y cumplir con tus opiniones y demás, mientras que al mismo tiempo, respetas las opiniones de los demás”, explicó el filósofo sobre la relación entre la humildad y la tenacidad intelectual.
Honestidad
Continuando con las características de los aspectos intelectuales un ejemplos de aspectos intelectuales es la honestidad. De forma sencilla podemos decir que una persona es intelectualmente honesta cuando sabe la verdad y la expone. Sobre este valor, el especialista en ética de la Universidad de Harvard, Louis M. Guenin, sostiene que esta virtud es una “disposición virtuosa para evitar el engaño cuando se le da un incentivo para el engaño”.
En The Design Matrix: A Consilience of Clues (2007), Mike Gene, experto en el diseño inteligente, enlistó 10 signos de la honestidad intelectual. Entre ellos, el primero es “No exageres el poder de tu argumento”; indicó que si alguien supone que sus oponentes son “estúpidos o deshonestos por estar en desacuerdo, es probable que la deshonestidad intelectual esté en juego”, ya que este valor va de la mano con la humildad y no con la arrogancia.
Perseverancia
En Perseverance as an Intellectual Virtue (2014) Nathan L. King, profesor de filosofía de Whitworth University, Washington, define a esta virtud como “la disposición a permanecer en los propios proyectos intelectuales frente a los obstáculos que se interponen al éxito de estos proyectos”.
Asimismo, explicó que dichos obstáculos incluyen las la dificultad del desafío intelectual, las distracciones y el hecho de querer dejar las cosas para después (o procrastinar), pero añadió que la clave de la perseverancia intelectual “es la disposición a persistir en sus proyectos a pesar de los obstáculos”; y esto aplica para la vida misma.
Coraje
El coraje intelectual queda expuesto cuando las personas pueden aceptar su sufrimiento por un bien mayor, o cuando se estima que vale el esfuerzo correr cierto riesgo en un contexto intelectual como aprendizaje o la búsqueda de la verdad. De hecho, cada vez más es necesario estimular el coraje intelectual, en vista de los desafíos que implica la sociedad y los problemas convencionales.
El coraje, como virtud, significa estar “intrínsecamente motivado” para aprender y cuestionar un estímulo, situación o información. Forma parte del pensamiento crítico y de la idea de que las personas puedan involucrarse en retos intelectuales para discernir, reforzar la autenticidad y buscar la verdad.
Mentalidad abierta
La mentalidad abierta es una virtud que beneficia el deseo de tener razón. Es como un drenaje para poder considerar distintos puntos de vista, incluso aquellos que se pueden ver como negativos o que tienen un origen destructivo Las personas de mente abierta pueden determinar las cosas y pensar de forma justa y honesta con la libertad de evaluar opiniones o críticas opuestas.
No obstante, algunos consideran que la mentalidad abierta es una “vaguedad intelectual” que no le proporciona nada al cerebro. Pero lo cierto es que, como virtud, tener una mente abierta permite abrirse paso a nuevas ideas, cuestionamientos y, al final del día, se basa en el deseo de verdad y comprensión; ese es un buen ejemplos de metas intelectuales. Tomando la mente abierta como ejemplos de conocimiento intelectual, se puede decir que el norte de la virtud es aprender de los demás incluso si no estamos de acuerdo con ellos, ni ellos con nosotros.
Imparcialidad
La imparcialidad intelectual a veces se trata de comprender las cosas como son y también como no lo son; es una virtud que busca alejarse de la credulidad evaluando ambas caras de la moneda. La imparcialidad necesita un esfuerzo de la conciencia para abordar todos los puntos de vista por igual, sin que interfieran los sentimientos e intereses propios.
La equidad intelectual fue definida por Aristóteles hace más de dos mil años, cuando dijo que “los iguales deben ser tratados por igual y los desiguales de manera desigual”. Aunque suene redundante, quiso decir que las personas deben recibir el mismo trato a no ser que difieran de modo relevante en una situación o decisión.
Ejemplos de valores intelectuales
Es momento de hablar de los ejemplos de intelectual, entre los cuales describiremos breves situaciones o casos en los que las personas emplean los aspectos intelectuales que se han mencionado a lo largo del tema.
Ejemplo de curiosidad
La curiosidad intelectual no es cosa difícil, pero tampoco hay que abusar de dicha virtud. Un ejemplo claro de este valor es hacer más preguntas, pero esto se refiere a cuestionamientos interesantes que puedan generar un tema de conversación y dejar un aprendizaje. Sobre esto, la escritora Edith Wharton (1862-1937), expresó:
“Uno puede permanecer vivo… Si uno no tiene miedo al cambio, es insaciable en la curiosidad intelectual, está interesado en las cosas grandes y es feliz en las pequeñas cosas”.
Ejemplo de cuidado intelectual
Dow dio un ejemplo muy simple de lo que es el cuidado intelectual en Virtuous Minds. Ilustró que cuando aceptamos acríticamente los chismes casuales sin evidencia alguna, estamos ante un caso de descuido intelectual. En este caso, el lado positivo sería analizar la situación y no caer en juicios de valor para no “interpretar injustamente” a los demás.
Ejemplo de humildad
Como la humildad intelectual consiste en reconocer que no existe perfección, que no podemos saber todo y que se puede aprender de los demás. Un ejemplo claro de esta virtud se da cuando en el trabajo o la escuela alguien es señalado por sus errores y esta persona lo toma de buena manera para mejorar y aprender de sus fallas, sin la necesidad de verse más inteligentes que otras personas.
Ejemplo de coraje intelectual
Un ejemplo de coraje intelectual son las transmisiones de noticias de la Segunda Guerra Mundial del periodista estadounidense Edward R. Murrow (1908-1965), quien transmitió en vivo desde los techos de las casas de Londres corriendo un grave peligro, pues las bombas de los soldados alemanes llovían sin parar.
Murrow pensó que la gente de Estados Unidos debía saber la verdad sobre lo que ocurría, así que estuvo dispuesto a ponerse en peligro por llevar la verdad a sus oyentes, aunque su bienestar se viera comprometido.
Ejemplo de mente abierta
Marco Aurelio (121 d. C – 180 d. C) el expemperador romano, dio unas palabras muy certeras sobre tener la mente abierta como una virtud:
“Si alguien es capaz de mostrarme que lo que pienso o hago no está bien, cambiaré felizmente, porque busco la verdad, por la cual nadie fue alguna vez verdaderamente dañado. Es la persona que continúa en su autoengaño e ignorancia quien se ve perjudicada”.
Ejemplo de imparcialidad intelectual
La imparcialidad intelectual se puede observar tanto en el ámbito laboral como el estudiantil. Por ejemplo, si un jefe de una empresa está evaluando a sus empleados para considerar a uno para darle un ascenso, la decisión final debe estar basada en el mérito de cada uno y su desempeño en el trabajo, sin introducir ningún sesgo o caer en el favoritismo.
En conclusión, los valores intelectuales son bienes cognitivos que caracterizan a una persona conocida como “buen pensador” o un aprendiz que, basándose en sus aspectos intelectuales, va en busca de la verdad y de cómo pueden variar los distintos puntos de vista sobre uno o varios temas.