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El Turia y la riada de 1957: reviviendo el caudal del pasado y su huella aún latente en la antigua Valencia

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Es muy posible que el nombre del río Turia sea de origen íbero, siendo conocido en la época prerromana como Tirio, por estar la ciudad íbera Tiris, cercana a su desembocadura.

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Lo cierto es que, desde el siglo X, el primer tramo del río se le conoce como Guadalaviar (río blanco). Este primer tramo es el comprendido entre su nacimiento, en la Muela de San Juan, en la Sierra de Albarracín (Teruel), y su confluencia con el río Alfambra (río rojo). A partir de la llegada de este afluente, el río cambia de color y de nombre. Pierde la belleza de sus aguas cristalinas, para teñirse con el color rojizo aportado por las aguas del Alfambra y comienza a ser nombrado por el que conservará hasta su desembocadura en el mediterráneo: Turia.

Tras la unión con el Alfambra, el río tiene poco aprovechamiento, pues transcurre encajonado, pero esta situación no dura demasiado y pronto sus aguas comenzarán a ser aprovechadas para riego, situación que se mantendrá hasta su desembocadura, a pesar de que, en su último paso, al atravesar la ciudad de Valencia, la huerta ha ido dejando paso a la ciudad y el cauce del río prácticamente desaparece.

Podemos considerar al Turia como un río de vida, a pesar de que, en ocasiones, se convirtió en un río de destrucción y muerte, por las numerosas riadas que arrasaban todo a su paso. Hoy nos vamos a detener en la que todos los valencianos conocen como La Riada.

Primera Riada

A pesar de que la fecha que todos conocemos es la del 14 de octubre de 1957, la realidad es que el sábado 12 —día del Pilar—, ya se registraron las primeras inundaciones en la ciudad, algo que se puede confirmar con los numerosos partes de salidas que tuvieron los bomberos de la ciudad. El domingo 13, transcurrió como un día de fiesta normal. Solo al final de la tarde los valencianos pudieron notar como el cielo se iba cubriendo de nubes. Pero esta situación no tenía nada que ver con lo que estaba sucediendo río arriba, donde la lluvia no paró a lo largo del domingo.

Sobre las 21:30 se registraron las primeras llamadas de alarma en el Gobierno Civil, procedentes de Vilamarxant y Pedralba, que anunciaban un crecimiento alarmante del Turia. Esta última población anunciaba a las 22:40 un aumento de cinco metros en el caudal del río.

Informado el gobernador civil, Jesús Posada Cacho, el alcalde de Valencia, Tomás Trénor, y el comandante de Marina, José Garat Rull, en ausencia del capitán general Joaquín Rios Capapé, decidieron trasladarse a la Comandancia de Marina —cerca de la desembocadura del Turia—, para desde allí dirigir las operaciones que fueran precisas. A las 23:00 horas se dio la orden de alarma, con la colaboración de las emisoras de radio, mientras Guardia Civil, marinos de la Comandancia, policías, serenos y vigilantes, iban puerta por puerta avisando a los vecinos.

El agua subía a un ritmo constante, y entre las 12:00 y la 01:00, el caudal había crecido más de dos metros y medio y adquiría una fuerte violencia. Además, comenzó a llover con mucha fuerza. Las aguas chocaban con el Puente del Real, produciéndose olas de más de un metro, que llegaron a rebasar el pretil del río, inundando la plaza del Temple. Los fosos pertenecientes a las Torres de Serranos se llenaron de agua, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo hasta la Edad Media.

El domingo 13, las noticias que llegan de Pedralba y que luego se confirmaron desde Vilamarxant no pueden ser más preocupantes, pues en ambos casos anuncian que el Turia bajaba con una tremenda crecida. En Valencia, el caudal de Turia fue creciendo desde medianoche hasta las cuatro de la mañana, cuando las aguas comenzaron a bajar.

Podríamos recorrer los cientos de escritos que se hicieron de esos días, para conocer los acontecimientos de aquel domingo 13 de octubre de 1957, pero nos quedaríamos asombrados por lo que quedaba por llegar.

Segunda Riada

Los vecinos del casco urbano de Valencia tienen clara la diferenciación entre la Primera y la Segunda Riada. Pero esto no es compartido en la Senda de Carmona, muy cercana al mar y al río, donde los vecinos tienen la impresión de haber sufrido un solo desastre.

La noche del domingo al lunes, fueron muchos los vecinos de Valencia que pudieron descansar plácidamente, puesto que las noticias eran esperanzadoras. No fueron así las que pudieron comprobar con sus propios ojos a partir de las 07:30 de aquel lunes 14 de octubre. Las aguas con un color a tierra pasaban por el cauce a gran velocidad. Esa mañana, para miles de valencianos, fue de estupor y asombro. Tanto es así que las primeras reacciones fueron antes de fuera que de dentro.

A eso de las 09:00 o 09:30 el agua había llegado hasta el altar mayor de la iglesia del Patriarca y en la calle de la Paz alcanzaba más de un metro de altura. Hacia las 13:00 horas, en Vilamarxant, el río alcanzaba mayor altura que la noche anterior, por lo que, tanto en Gobierno Civil como en el Ayuntamiento, ya no había dudas: la nueva inundación producida por esta segunda Riada era mayor que la primera.

Comenzó a tronar y el cielo presagiaba lluvia, y poco después de las 14:30 comenzó a diluviar, más de cien litros por metro cuadrado en poco más de media hora. Llovió con furia y el río se ensanchó tanto como pudo para acabar de castigar a la ciudad. Aunque el mayor número de muertos se produjo en la primera Riada, en esta segunda se registrarían los mayores daños. Cedieron los cimientos y cayeron casas y puentes. El río ocupó el espacio abandonado siglos antes: el curso secundario que terminaba de abrazar la isla, donde se habían asentado los fundadores romanos.

Según un informe del general Gómez-Guillamón, la zona inundada era superior a las 2.200 hectáreas, contando desde el azud de Rascanya hasta el Mediterráneo. Con respecto a los puentes que cruzaban el lecho del río, solo resistieron, sin inmutarse las dos grandes avenidas, los cinco clásicos: San José, Serranos, Trinidad, del Real y del Mar. Todos los demás sufrieron considerables desperfectos.

Los daños ocasionados por las dos Riadas fueron considerables y todos los intentos por dar unas cifras que fueran consideradas con exactitud han sido inútiles. No voy a entrar en ese tema.

Desde ese momento, la ciudad, con la ayuda del resto de España, e incluso algunas aportaciones del extranjero, se pusieron a la marcha. Era necesario reconstruir todo lo material que el río había destruido. Las vidas eran imposibles.

Algo fue flotando en el ambiente: el Turia ha producido, a lo largo de la historia de la ciudad de Valencia, muchos daños, por sus continuas riadas. Era necesario hacer algo para que no se volviera a repetir.

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Martín Pérez, Ramón. (2023, 07 marzo). El Turia y la riada de 1957: reviviendo el caudal del pasado y su huella aún latente en la antigua Valencia. Cinco Noticias https://www.cinconoticias.com/turia-riada-1957-valencia/

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Ramón Martín Pérez
Ramón Martín Pérez
Aficionado y amante de la Historia, sin aditivos políticos o partidistas. Mi pasión es dar a conocer y divulgar, de forma sencilla, algunos aspectos de esa Historia que a todos nos gusta recordar. Autor del blog Cosas de Historia y Arte.
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