Una ciudad como La Habana es dificil de definir, de abarcar o generalizar, porque sus matices históricos y actuales son como las diferentes caras de un prisma. Hay tanto que ver allí, tanto que descubrir, tanto para asombrarse, para impactarse.
Pero siempre perduran ciertos sitios que, a pesar de los años, del salitre del mar, de cambios y de nuevas generaciones, no pierden su encanto, sino que se renuevan y modernizan.
El Paseo más conocido de La Habana
Uno de los primeros lugares al que todo visitante acude cuando llega a la capital cubana es el Paseo del Prado, un recorrido obligatorio, un punto de encuentro para transeúntes diurnos y nocturnos, nativos y foráneos que prefieren deambular, conversar o enamorar.
Se extiende desde la Fuente de la India, justo al frente del Parque de la Fratenidad hasta el Malecón habanero, y constituye uno de los puntos más céntricos de la ciudad.
Desde sus inicios en 1772, gracias a la extension de La Habana extramuros, fue ganando en elegancia y presteza. Por allí paseaban en las tardes las distinguidas damas de la época, con sus grandes sombreros de plumas y sus sombrillas, subiendo por la alameda hasta la Acera del Louvre y el antiguo Teatro Tacón.
Esta calle fue testigo del florecimiento arquitectónico y urbanístico de la ciudad. Poco a poco, aquello que el Marqués de la Torre definió como “el Nuevo Prado”, en paralelo a su homólogo madrileño, conformado solo por un camino con arboledas a cada lado, se amplió y acomodó. Se construyó una doble alameda, con luz eléctrica y bancos que invitaban al descanso.
Con el advenimiento del siglo XX se permitió también el paso de los automóviles, y a su alrededor se erigieron majestuosas edificaciones. Tuvo una amplia renovación que fue enriquecida con la colocación de uno de los símbolos del paseo: las esculturas en bronce de los leones que, desde entonces, parecen custodiar el lugar.
Dejándonos así lo que vemos hoy, es un paseo que mantiene los rasgos coloniales en sus edificios, unos renovados, otros despintados; un espacio donde coexiste antigüedad y modernidad.
El encanto del Prado habanero
Aunque la calle llega hasta la Fuente de la India, el paseo que todos renocen como tal es a partir de la calle Neptuno. Allí comienza la vida del lugar, la gente caminando arriba y abajo en busca de sus destinos, jóvenes y niños jugando en las tardes con sus bicicletas y patinetas, ancianos que se sientan en los bancos a contar sus historias y los coches modernos y clásicos transitando a toda prisa.
Los artesanos aquí muestran sus trabajos que atraen sobremanera a los transeúntes. Cuadros y esculturas visibilizan el talento de jóvenes artistas, como si se tratara de los pintores callejeros de Montmatre.
El Paseo del Prado habanero fue escogido en 2016 para protagonizar la pasarela del desfile de la internacional marca de moda Chanel, un espectáculo que colocó a Cuba en punto de referencia mundial. Asimismo, el Prado ha sido sede de otros renombrados eventos del país.
Prado y sus alrededores
Prácticamente todas las edificaciones y sitios a su alrededor tienen historia propia y son famosas en la ciudad, como el Parque de la Fraternidad, punto de reunión de taxis y ómnibus, el emblemático Capitolio Nacional y el Parque Central muy conocido por ser el lugar donde se sientan los cubanos a discutir acaloradamente sobre deportes.
Legendarias y hermosas construcciones pueden ser disfrutadas allí, como el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso o el Palacio de Bellas Artes. A los lados del Prado resaltan el Palacio de los Matrimonios, la Escuela Nacional de Ballet, la Alianza Francesa de Cuba, el Teatro Fausto y las sedes de diferentes asociaciones como la asturiana, canaria y árabe.
Sin embargo, otra cualidad de esta histórica alameda llama la atención y es el estar rodeada de emblemáticas instalaciones hoteleras que, prácticamente, desde sus inicios le han acompañado. El Hotel Inglaterra con su pequeña Acera del Louvre; el Hotel Telégrafo o el Sevilla como los más antiguos; el Saratoga y Parque Central con aires refinados, elegantes; y más recientemente el Gran Hotel Manzana Kempinski La Habana, un sitio concebido para el disfrute en medio del lujo y el confort.
De arriba a abajo el Prado descubre La Habana de todos los tiempos, aquellos edificios coloniales que marcaron la historia de ese país, otras edificaciones republicanas y clásicas, hasta el esplendor de los cristales en los modernos hoteles que aquí se están levantando. Y a ella se unen nuevas construcciones como la del Hotel Iberostar Grand Packard, uno de los próximos a abrir sus puertas en el Prado. Junto al Hotel Gran Manzana Kempinski se convertirá en la segunda instalación hotelera cinco estrellas plus de Cuba.
Un hotel de lujo en el Paseo del Prado
Como parte del desarrollo urbanístico y hotelero que experimenta hoy Cuba, abrió sus puertas el Hotel Iberostar Grand Packard, perteneciente a la compañía española Iberostar, en la esquina de las calles Prado y Cárcel.
El espacio era parte del antiguo Hotel Biscuit, construido en 1911 y que luego cambió su nombre por Packard. Distinguido por su opulencia a principios del siglo XX, hospedó a figuras como Marlon Brando y Pablo Neruda. Con el paso de los años el edificio fue deteriorándose hasta que surgió la idea, en 2015, de recuperarlo para convertirlo nuevamente en una lujosa instalación.
Una primera mirada a su fachada descubre una arquitectura que intenta convivir con lo tradicional y lo moderno. Sus cuatro primeros pisos simulan la estructura neoclásica original del edificio, mientras que los restantes 6 niveles tienen una estructura más moderna, con grandes cristales polarizados.
La elegancia y el buen arte arquitectónico del novísimo Iberostar Grand Packard se deben a Rafael Moneo, el premio Pritzker español. Entre sus méritos destacan la ampliación del Museo del Prado en Madrid, el Palacio de Kursaal en San Sebastián y el Auditorio de Barcelona.
La planta baja del nuevo hotel ha sido escogida para ubicar espacios como el piano bar, una red de tiendas, un restaurante y el patio central, entre otras opciones. En el sexto piso se encuentra la piscina con una insuperable vista hacia la bahía de La Habana, mientras que los últimos tres niveles quedarán reservados para las habitaciones más lujosas del inmueble. Hasta los detalles más insospechados se han tenido en cuenta para lograr el confort de los huéspedes; por ejemplo, la colocación de sensores de movimiento para las luces y la insonorización de las habitaciones.
Concluido el Hotel Packard, La Habana contará con una nueva propuesta para quienes prefieran grandes momentos en una gran ciudad. Y allí, en el Paseo del Prado cubano seguirá creciendo la historia de una villa, Patrimonio de la Humanidad, próxima a cumplir sus 500 años.
Paseo del Prado, tradición y modernidad
El Hotel Packard, junto al hotel en construcción en Prado y Malecón y el Gran Manzana – Kemspinky, están dotando al Paseo del Prado de un espíritu más lujoso y sosegado; sin dejar de entender que es un espacio popular, concurrido, de trasiego y bullicio. Un sitio donde tradición y modernidad encuentran sus mejores ejemplos en La Habana del siglo XXI.