El Sol protagonizó un espectáculo de magnitudes cósmicas al desatar una impresionante erupción solar de clase X8.7 este martes, un evento que no se veía desde el año 2005.
Este fenómeno, clasificado por la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica), dejó boquiabiertos a los astrónomos y científicos por su extraordinaria magnitud y su potencial impacto en el sistema tecnológico terrestre.
Aunque la erupción solar fue de una escala colosal, ocurrió en una región del Sol que se encontraba alejada de la órbita de la Tierra, brindando un respiro ante posibles consecuencias catastróficas.
Esta notable llamarada solar fue un acontecimiento clave en el ciclo solar actual de 11 años, que se encuentra acercándose a su apogeo, según señalan los expertos.
El Observatorio Solar Dinámico de la NASA capturó imágenes impresionantes de este estallido de rayos X, proporcionando valiosos datos para la investigación científica en el campo de la astrofísica y la física solar.
Bryan Brasher, del Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA, indicó que la clasificación de la erupción podría aumentar a medida que los científicos analicen exhaustivamente la información recopilada de diversas fuentes.
«Las erupciones solares son poderosas explosiones de energía. Las llamaradas y erupciones solares pueden afectar las comunicaciones por radio, las redes de energía eléctrica, las señales de navegación y representar riesgos para las naves espaciales y los astronautas», explicó la página web oficial de la NASA, resaltando la magnitud del fenómeno cósmico.
La semana pasada estuvo marcada por una intensa actividad solar, con múltiples llamaradas y eyecciones de masa coronal, lo que planteaba un riesgo potencial para las redes eléctricas, las comunicaciones y los satélites que orbitan nuestro planeta.
Sin embargo, la llamarada del martes y las eyecciones asociadas no se dirigían hacia la Tierra, lo que minimizó la posibilidad de tormentas geomagnéticas devastadoras.
A pesar de ello, algunos satélites operados por la NASA y la Estación Espacial Internacional tuvieron que ajustarse a las cambiantes condiciones del espacio.
Incluso, un satélite medioambiental se vio obligado a entrar en modo seguro de protección para salvaguardarse de las posibles perturbaciones en su órbita causadas por el aumento repentino de la actividad solar.
Mientras tanto, los valientes astronautas de la Estación Espacial Internacional tomaron medidas de precaución adicionales para mantenerse a salvo dentro de las áreas protegidas, aunque la NASA aseguró que en ningún momento estuvo comprometida su seguridad.
Laura Morales, doctora en astrofísica y especialista en física solar, desatcó que lo que ocurrió fue una ‘fulguración o llamarada solar’, y se trata de la fulguración de mayor intensidad observada en este ciclo solar.
Cada ciclo solar, que abarca aproximadamente 11 años, experimenta picos de actividad solar, y en estos meses se está cerca del máximo de dicho ciclo, lo que implica una mayor probabilidad de eventos energéticos como el observado recientemente.
La clasificación X8.7 asignada por la NASA a esta llamarada solar refleja su extraordinaria intensidad, y es un recordatorio de la impredecible e impresionante naturaleza del Sol, nuestra fuente de vida y energía en el sistema solar.
La clase X denota las llamaradas más intensas, mientras que el número proporciona más información sobre su fuerza, explicaron desde la agencia espacial estadounidense, destacando la importancia de comprender la escala y el impacto de estos eventos solares en nuestra vida cotidiana.
Cada una de estas intensas fulguraciones solares viene acompañada de un borbotón de plasma, que puede llegar a la Tierra en un lapso de 2 a 4 días, agregó Morales, subrayando la importancia de monitorear y comprender estos fenómenos solares para mitigar posibles impactos en nuestro planeta y en nuestras tecnologías.
Desde la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), se corroboró que se trató de la llamarada más grande de los últimos 11 años, aunque se tranquilizó a la población al señalar que la Tierra se encontraba fuera de la línea de fuego.
Las tormentas solares, aunque espectaculares desde el punto de vista astronómico, no representan un peligro directo para los habitantes de la Tierra, asegura la NASA. Gracias al campo magnético terrestre y a su densa atmósfera, estamos protegidos de los efectos nocivos de estas tormentas solares.
«El campo magnético de la Tierra y su espesa atmósfera nos protegen de cualquier efecto directo de las tormentas solares. No necesitas ninguna protección contra la radiación», enfatizan los expertos.