Todas las empresas, por grandes o pequeñas que sean, tienen un objetivo principal: obtener beneficio económico con la actividad que desempeñan. Sin embargo, una buena gestión financiera implica tener que esmerarse en llevar al día toda la contabilidad de gastos, ganancias y ahorros, con el fin de equilibrarlos y obtener esos ansiados beneficios.
Por todo ello, existen profesionales expertos en economía empresarial, que ayudarán a fiscalizar las finanzas y la contabilidad general de las compañías. Gracias a su labor, se puede ir encaminando la propia actividad hacia aquellas metas que verdaderamente sean favorables, y alejarse de gastos innecesarios o superfluos que sean evitables, y que prescindiendo de ellos, la actividad pueda mejorar o fluir con absoluta normalidad.
En ese sentido, lo mejor es contar con el asesoramiento de estos técnicos para llevar a cabo un balance de situación de cuentas, que consiste en una fórmula donde se miden los activos y los pasivos, con el objetivo de conocer el patrimonio neto de una empresa. Ese documento se realiza con datos enmarcados en un concreto periodo de tiempo, lo que viene a identificar si la contabilidad final está arrojando datos positivos o negativos.
En definitiva, es un informe financiero de una empresa que se elabora con los números reales que esta ha experimentado durante un ejercicio concreto, y sus conclusiones dan una visión sobre el estado de salud de las cuentas y la situación económico-financiera de la entidad en sí.
Los tres aspectos de un balance de gestión
La fórmula en principio es sencilla. Para calcular este informe, lo que se tiene en cuenta son los activos de las empresas, a estos se les restan los pasivos, y finalmente se obtiene el patrimonio neto, pero ¿qué son cada uno de estos tres aspectos?
Se entiende por activo, todo aquel patrimonio que genera un bien para la empresa, ya sea en propiedad o porque genera algún cobro, por tanto, beneficios. Por el contrario, los pasivos son todos aquellos aspectos que generan gastos, ya sean obligados o circunstanciales. Como resultado, el patrimonio neto se corresponde con el valor real de la empresa una vez los pasivos se han restado de los activos. Es muy importante que ese patrimonio neto tenga un resultado positivo, porque de no ser así, habrá un evidente descuadre, que deberá ser reconducido. Razón, esta última, para la que es muy útil el balance de gestión.
El fondo de maniobra, ¿en qué consiste?
Cuando se nombra el fondo de maniobra de una empresa, se está haciendo referencia a los recursos de los que dispone una compañía para hacer frente a corto plazo de todos sus pagos obligados. Más concretamente, se trata de los recursos reales que tiene una entidad para sobrevivir a todos los gastos que genera su actividad, en un periodo de tiempo relativamente cercano. Por esas razones, tener un fondo de maniobra solvente, es lo adecuado.
En ese sentido, conocer esta situación ayuda a los departamentos de contabilidad y finanzas a tomar determinaciones concretas, haciéndolo en base a una realidad financiera, y enfocándose siempre en las mejores fórmulas para seguir obteniendo beneficios.
Respecto a la tesorería, es importante conocer estos datos, porque sirven para tener una buena organización de los flujos de efectivo. En cuanto a lo que respecta al departamento de comercialización, es una herramienta para establecer las políticas financieras frente a los clientes. Asimismo, en el área de compras, se conocerá si se cuenta con la cantidad suficiente de efectivo para poder hacer frente a las provisiones y saber en qué condiciones.
En definitiva, tanto el balance de gestión como el fondo de maniobra, son dos herramientas financieras de gran calado, que ayudarán a las empresas a tomar buenas decisiones económicas basadas en su propia realidad financiera.
