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La desconocida bruja del siglo XX

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A lo largo de la historia, muchas figuras han conseguido destacar por la enorme aura de misterio que emanaban y por haber quedado envueltas en sucesos de lo más extraños y, en ocasiones perturbadores. El mundo del misticismo es el que más mella ha dejado en el imaginario popular, sobre todo gracias a los no pocos personajes siniestros que han destacado a lo largo de los siglos. Chamanes, brujos y hasta amantes del ocultismo en general protagonizan algunos de los capítulos más raros de nuestra historia.

Pero, casi siempre que se habla de esto, se hace pensando en hombres. Magos, hechiceros, brujos, figuras como Aleister Crowley suelen ser las más conocidas en este ámbito. Algo que desvía las miradas de algunas mujeres con historias realmente curiosas y apasionantes, y sí, repletas de momentos y relatos que difuminan la línea entre realidad y ficción. Mujeres como Rosaleen Norton, la «Bruja de King’s Cross», una digna de las mejores novelas de género.

Pero, ¿quién era Rosaleen Norton?

Nacida en Dunedin, Nueva Zelanda, en el año 1917, Rosaleen Norton se marchó, joven, a Australia allá por 1925 con su familia. Su trayectoria está repleta de eventos la mar de curiosos, y todos con ciertos tintes mágicos hasta su mismísima muerte en el año 1979. Muchos la llamaban bruja, aunque la realidad hacía que se pareciera más a una mujer totalmente innovadora, con un fuerte carácter bohemio que nunca llegó a ser totalmente apreciado en la Australia moderna.

Ya desde pequeña, empezó a protagonizar sucesos que se podrían catalogar como paranormales. Rosaleen, en su infancia, empezó a tener visiones que le permitían vaticinar eventos y adelantar sucesos. No en vano, tardó poco en proclamarse a sí misma como una bruja, perfil que terminaría de reforzar cuando, ya superados los 20 años, empezó a practicar magias a las que ella misma denominaba como magias de trance y magias sexuales.

Rosaleen Norton, 1943
Rosaleen Norton, 1943 (Ivan, PIX magazine photographer, Public domain, via Wikimedia Commons / Recorte, mejora de tono y resolución de la original)

No se conformaba con dar rienda suelta a lo que sentía, Norton también buscó la forma de explicar al mundo lo que veía. Por eso, no dudó en plasmar en dibujos sus visiones, junto con todas las divinidades y criaturas que consideraba claves para el mundo. Huelga decir que, con esa naturaleza y esas prácticas, no se amoldaba a los estándares de la sociedad de la época. De hecho, no tardó en ser señalada no solo por sus actividades y por considerarse una bruja, también por su sexualidad, ya que era abiertamente bisexual.

Así, se puso en contra de prácticamente toda la sociedad de Australia, fuertemente vinculada al cristianismo, lo que provocó que no faltaran los ataques de vecinos, compañeros y hasta medios de comunicación. Su apariencia, su estilo de vida, todo formaba parte de la diana a la que se disparaba sin cesar, hasta el punto de ser vigilada por la policía y acusada por publicar arte obsceno. No encajaba, y no dudaba en salirse de los márgenes con su fuerte carácter y personalidad.

Una revolucionaria en la diana mediática

En caso de querer saber más sobre su historia, e incluso algunos de sus momentos más importantes, puedes encontrar más información sobre Rosaleen Norton en este artículo. No obstante, y dejando a un lado todo el ruido mediático de la que, para muchos, es la última gran bruja del siglo XX, a su alrededor han surgido muchas cuestiones con el paso de los años. Cuando pasa el tiempo, se consigue una mayor perspectiva y, lo que para muchas personas eran síntomas de brujería, para otras muchas realmente era el reflejo de una mujer que no se conformaba con los estándares de la época.

Dibujos de seres mitad hombre, mitad cabra; mujeres desnudas con cuernos cabalgando sobre enormes criaturas aladas… Las ilustraciones de Rosaleen Norton demostraban una creatividad de lo más llamativa, pero, en el fondo, lo que la Bruja de King’s Cross estaba gritando a los cuatro vientos era la necesidad de romper con lo establecido, la necesidad de dar un paso adelante y disfrutar de una mayor libertad frente a las restricciones de una sociedad que nunca duda en señalar al que es diferente. Algo que quedó más que claro con los numerosos textos críticos que se publicaron en su contra.

Diferente, original, creativa, inspirada e incluso inspiradora. Norton tenía un carácter diferente, no se dejaba pisotear por nadie y, aunque le resultaba inevitable dejarse llevar por su lado más excéntrico, siempre lograba dejar algo positivo en lo que hacía. Gracias a ella, la bisexualidad se puso en el foco e incluso hombres y mujeres se animaron a reconocer la propia, aunque tardaran años en hacerlo. Rompió el hielo en muchos frentes, aunque lo hiciera a través de excesos, de despilfarro y rarezas.

Queda para el recuerdo, desde luego, por considerársele alguien conectada al más allá para unos, por resultar una loca para otros; pero, sobre todo, por dejar huella como una mujer que se salió de lo establecido. Una bruja que marcó un antes y un después.

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Julia Cotino
Julia Cotino
Diplomada en Literatura Hispánica y Máster en Literatura Creativa por la Universidad Autónoma de Barcelona. Redactora en diversos medios online y blogs especializados.
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