En los dos últimos años, el comportamiento de las familias con hijos ha hecho más evidente las preferencias por la compraventa de prendas de segunda mano para uso infantil.
Según datos aportados por distintas plataformas online que ofrecen prendas infantiles usadas, este negocio se ha disparado un 138% entre los años 2014 y 2016 en España, y las tendencias apuntan a que seguirá su meteórico crecimiento. Otras cifras muestran que, en el 2016, este nicho del mercado representó el 9% de todas las ventas que se hicieron de ropa en la web.
Las razones son variadas. Por un lado, muchos padres quieren deshacerse de prendas de sus bebés y niños que ya se han quedado pequeñas y que terminan amontonándose en el guardarropa. Lógicamente, los pequeños crecen más rápido que un adulto y no es de extrañar que un camisón, pantalón o body infantil, guardados en el armario para una ocasión especial, no entre al querer usarlo.
Cuando los padres se percatan de que la ropa les queda apretada a sus hijos, muchos suelen regalarla a los demás integrantes de la familia, o venderla para recuperar algo de dinero. Las ventas en las plataformas online se han convertido en la primera opción, tanto para quienes venden como para los que compran ropa usada infantil.
Hay otras razones curiosas para este comportamiento. Entre ellas, el cambio de mentalidad del consumidor español. El consumo responsable y las alianzas colaborativas llevan a más familias a pensar que la ropa nueva también ejerce un peso importante en el cambio climático. Por ejemplo, por cada kilo de ropa que se fabrica, se generan 1.6 kg de CO2 que van directamente a la atmósfera. Algunas prendas de algodón pueden significar un gasto de 2.900 litros de agua en su fabricación.