El fútbol en Argentina es abordado por la sociedad de un modo muy poco frecuente en el teatro internacional. Es un fenómeno transversal, atraviesa todos los ámbitos y grupos sociales, incide en la cotidianidad de todos mediante su presencia de una manera u otra; pocos pueden estar genuinamente aislados de él (si eso es posible).
Cuando se dice que el fútbol argentino es un asunto de vida o muerte, se expresa subyacentemente un vínculo muy íntimo entre los seguidores de dicho deporte y sus equipos con el devenir del juego y sus consecuencias. Una palabra que definiría este vínculo y que es usada por la misma hinchada sería «pasión». Ella, si no es medida, puede desembocar en actos que atenten contra la moral pública, tal como suele ocurrir en el fútbol argentino.
El contexto
El episodio ocurrido el 24 de noviembre de 2018 en las cercanías del Estadio Monumental de Buenos Aires es una muestra más de cómo la degeneración de las instituciones de la sociedad argentina ha generado individuos lo suficientemente incivilizados para realizar actos violentos en nombre de una disciplina que debe ser disfrutada por todos los sectores interesados de la sociedad sin peligro alguno.
No importa la hinchada en cuestión. Tanto fanáticos de Boca como de River Plate podían efectivamente encender la chispa del caos y de la vergüenza, y esto ocurre porque la falta de formación civil no es un asunto particular y tocante a un club, sino que se genera en el seno de la nación sudamericana. El problema de la violencia y corrupción en el fútbol argentino es un problema social-estructural.
Explicación y comprensión del hecho
El fútbol argentino es un fenómeno pasional, y este hecho no es bueno ni malo por sí mismo. Los juicios de valor han de ser aplicados sobre las consecuencias prácticas del hecho. ¿Qué nos dicen tales consecuencias prácticas? La pasión de los fanáticos por el fútbol ha sido motor de expresiones discordantes con los valores de la paz, solidaridad, respeto y educación que se esperan legítimamente de muchas sociedades civilizadas actuales.
El pasado nos ha entregado situaciones donde las antítesis de estos valores son los «principios» que movilizan a los fanáticos argentinos del fútbol a vulnerar y transgredir las formas invertidas de sus antivalores. El gusto por el balompié adquirió dimensiones exageradas, se ha distorsionado debido a razones culturales, sociales, educacionales, y quizás políticas.
Un poquito de Sociología
El término «anomia» nos lleva directamente al sociólogo francés Emile Durkheim, que concebía y hablaba de la sociedad mediante metáforas relacionadas con el cuerpo humano. Según él, la sociedad es un cuerpo cuyos órganos son las instituciones. El funcionamiento correcto del cuerpo, del sistema social, estaría determinado por el papel individual e interrelacionado por cada institución en orden de fortalecer el vínculo social.
¿Qué ocurre cuando el cuerpo se enferma? El vínculo social se descompone por la ineficacia de las instituciones y el derecho estatuido. La sociedad se «enferma», algo anda mal con ella.
Que Durkheim haya elegido «anomia» para describir el hecho no es algo fortuito; la palabra nos recuerda inmediatamente a «anemia», una condición relacionada con la insuficiencia de glóbulos rojos capaces de transportar oxígeno.
La expresión de la anomia societal argentina
Las hinchadas y sus acciones delincuenciales serían únicamente una de las formas en las cuales la anomia de la sociedad argentina se expresa visiblemente en ella; esta condición anómica es subyacente en toda la extensión de la estructura social o de una parte muy importante de la misma, y sale a relucir con la constelación adecuada de circunstancias.
El fútbol organiza dichas circunstancias para que ocurran con una frecuencia alarmante o para generar la sensación de peligro que, de por sí, es un síntoma muy grave. Solucionar esto no es competencia únicamente de los clubes argentinos. El problema es social, se localiza en la estructura social argentina, por ende, es tarea de las instituciones de dicho país abordar las diversas dimensiones de la problemática para así establecer el mejor plan de acción.