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El dadaísmo: Lo que no sabías del movimiento artístico

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El dadaísmo surgió en 1916 como una propuesta artística que iba mucho más allá de lo establecido, combinando el arte y la filosofía. Lo controvertido, la expresión y todo lo no convencional son características del dadaísmo, pero hay muchas otras cosas en torno a este estilo que son dignas de mencionar.

Se trata de un estilo vanguardista, espontáneo, ilógico e irónico que proclamaba el desorden, la protesta y la improvisación. Tiene el sello nihilista, doctrina filosófica que señala que “al final nada tiene sentido”.

En esta ocasión haremos un repaso por todas aquellas curiosidades que, probablemente, no conocías sobre el dadaísmo.

El origen del nombre

Hay quienes dicen que el término “dadaísmo” no significa nada y que fue un nombre escogido sin propósito alguno. Proviene del francés “dadaísme” y hace referencia a un palo de juguete con una cabeza de caballo en el extremo. Fue Tristan Tzara quien eligió esta palabra completamente al azar.

Sin embargo, hay otros conceptos asociados a esto. “Dadá” significa muchas otras cosas en diferentes idiomas europeos, desde madre, nodriza, caballo de batalla o rabo de vaca.

Otros creen que esta corriente artística debe su nombre a los primeros balbuceos de un bebé: “da-da”. Independiente de cuál haya sido el concepto que tuvo Tzara (el padre del dadaísmo) para nombrarlo, se aseguró de usar algo que no tuviera un sentido claro y que incentivara el cuestionamiento.

Los protagonistas

El arte dadá nace en un contexto de guerra, en 1916, de la mano del poeta Tristán Tzara y los artistas Hugo Ball y Hans Arp.

Estos hombres se reunían con frecuencia en el Café Voltaire (en Zúrich) para dar forma a este movimiento, y rápidamente se fue expandiendo a otras ciudades y públicos diferentes. Así llegó a Barcelona en España, Nueva York en Estados Unidos, y París en Francia.

El estilo dadaísta se manifestó en la pintura, escultura y literatura de artistas como Marcel Duchamp, Man Ray, Hans Ritcher y Kurt Schwritter. Marcó el estándar para las corrientes artísticas del siglo XX y rompió el sentido tradicional de lo que se consideraba arte en ese momento.

La perspectiva de los burgueses

Los exponentes del dadaísmo eran directos y agresivos con su mensaje de rechazo a la burguesía, el capitalismo, nacionalismo y el consumismo. Por esta razón eran criticados por los individuos de clase social alta, e incluso por la autoridad.

La sociedad burguesa los catalogaba como decadentes, escandalosos y antiartísticos y se oponía a sus exposiciones públicas.

El estilo de vida dadaísta

El dadaísmo fue un movimiento integral que involucraba a las bellas artes, pero que también se expandía hasta volverse parte del estilo de vida de los seguidores.

En las diferentes expresiones artísticas sobre el dadaísmo coinciden la incoherencia, la agresividad, el espíritu revolucionario, el rechazo a la belleza y a las leyes. Todo ello derivó en el surgimiento de nuevas técnicas poco convencionales para hacer arte.  

Se buscaba que cada pieza provocara una reacción, más allá del contexto. Y los seguidores del arte dadá eran, en su vida diaria, igualmente rebeldes y provocadores.

El objetivo era romper los parámetros establecidos por la sociedad, y cuestionarse todos aquello que se consideraba “correcto”. Las personas abrían sus mentes a preguntas, ideas y razones, y se permitían expresarse según sus propios descubrimientos.

Fue un movimiento breve que alcanzó su punto álgido de popularidad en la Europa de postguerra –entre 1916 y 1919–, pero que dejó un legado importante que sigue incluyendo en el arte de la actualidad.

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