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Revoluciones liberales: cuáles fueron, causas y consecuencias de las revoluciones burguesas (1820, 1830, 1848…)

En el continente europeo, cuyos territorios estuvieron gobernados de forma despótica por monarquías absolutistas durante muchos siglos, surgieron diferentes movimientos inspirados por la primera revolución burguesa en Inglaterra, entre 1642 y 1688. Una nueva oleada de revoluciones liberales en Europa se originó en la Edad Contemporánea, a fines del siglo XVIII y en todo el siglo XIX, con el fin de consolidar una serie de libertades en materia política, económica, social y jurídica, en aquellos dominios donde el absolutismo seguía imperando en los ámbitos antes mencionados, movimientos donde, claramente, se identifica el papel de la burguesía en las revoluciones liberales que se detallarán a continuación. Conoce cuáles fueron las revoluciones burguesas que marcaron la Edad Contemporánea, las características presentes en cada uno de estos movimientos populares y las causas y consecuencias de las revoluciones liberales.

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Breve resumen de la revolución liberal

Se hace preciso hacer un resumen de las revoluciones burguesas para conocer en detalle los principales aspectos de estos movimientos, como su definición, las características de estos eventos históricos y el periodo donde se desarrollaron dichos acontecimientos.

¿Qué es una revolución liberal?

Primero hay que definir qué son las revoluciones liberales. Se refiere a un término historiográfico adjudicado al conjunto de movimientos que conllevaron a grandes transformaciones revolucionarias en el aspecto político. La relación entre la burguesía y las revoluciones liberales se debe a que este sector de la sociedad fue el principal impulsor de estos estallidos, motivado a que los burgueses no estaban de acuerdo con las antiguas instituciones políticas y las decisiones emanadas por las monarquías absolutistas e influenciados por dos de los hechos históricos más importantes de la Edad Moderna, como lo fue la Revolución Industrial y la Revolución Francesa.

Otro dato curioso es el vínculo entre el liberalismo y las revoluciones liberales, ya que, siguiendo esta ideología, se sostuvo el pensamiento de que los ciudadanos debían tener ciertas autonomías que el Estado estaba en la obligación de garantizar, sin que esto significara desconocer la autoridad gubernamental.

Periodo histórico en el que se desarrollaron las revoluciones burguesas

Siguiendo el ejemplo de la revolución inglesa de 1642 que logró instaurar la monarquía parlamentaria como modelo político de gobierno de dicha nación, a fines del siglo XVIII y en todo el siglo XIX se desarrollaron un importante número de revoluciones liberales en aquellos territorios aún gobernados por el Antiguo Régimen absolutista, resaltando el papel de la burguesía en las revoluciones liberales, la cual se plantó como objetivo propiciar una serie de cambios a nivel político, económico y social.

Principales aspectos de las revoluciones burguesas

Entre las características de las revoluciones liberales, se encuentran los siguientes elementos:

Sustitución del absolutismo por otros modelos políticos de gobierno

Una de las causas de las revoluciones liberales fue la de cumplir el objetivo de desplazar los regímenes absolutistas del momento por nuevas formas de gobierno que permitieran dar cabida a la opinión ciudadana. Sea cual sea el modelo, se pretendía la promulgación de una Constitución o Ley Fundamental que determinase el destino de la nación con el nuevo sistema político, encarnando el principio de soberanía nacional.

Burguesía como protagonista de las revoluciones liberales

A pesar de tratarse de movimientos que involucraban a todos los sectores populares, la burguesía tuvo un rol fundamental dentro de estas revoluciones, ya que tenían una importante posición política y económica que les permitía ocupar cargos de relevancia en las instituciones del momento.

Liberalismo como ideología fundamental

La doctrina que se profesó dentro de las revoluciones burguesas fue el liberalismo, que tuvo sus primeras nociones en el parlamentarismo derivado de la revolución inglesa de 1642. Éste buscaba la igualdad de derechos ante la ley para todos, derechos que debían ser garantizados por el Estado a través de un marco jurídico fundamentado en los derechos naturales inviolables: vida, libertad y propiedad.

Esta ideología, sin embargo, no fue homogénea en esa época, por la que surgieron dos corrientes basadas en esta doctrina: el liberalismo radical, que proponía la instauración de repúblicas, y el liberalismo moderado, que establecía la monarquía constitucional como sistema político. Finalmente, las revoluciones burguesas de la Edad Contemporánea se inclinaron por la última alternativa.

Implantación del principio de la soberanía nacional

En el conjunto de transformaciones que propiciaron las revoluciones liberales, se fijó el precepto de soberanía como autoridad suprema, por encima de monarca o gobernante alguno, la cual reside en el pueblo, el cual sería representado por figuras políticas que hacían parte del parlamento previa elección o sufragio.

Relevancia del concepto de nación como autodeterminación político-territorial

La idea de nación surgió a partir de la instauración del principio de soberanía nacional, por lo que fue aplicada con la intención de agrupar a todos los ciudadanos habitantes de un país, regidos dentro de un Estado-Nación y garantizando su igualdad de derechos, siguiendo la premisa de los liberales que profesaba que la ciudadanía estaba unida bajo esta autoridad suprema, superando cualquier diferencia de clase. Así, se fueron estableciendo territorios, ya sea de forma aglutinante o separatista, tomando en cuenta diversos aspectos similares entre los habitantes de dichos países.

Principales causas de las revoluciones liberales

Muchos fueron los factores que promovieron el surgimiento de revoluciones burguesas en gran parte de la Europa del siglo XIX. Entre las causas más importantes podemos mencionar:

Políticas

Una de las causas más destacadas de las revoluciones liberales fueron las pretensiones que los burgueses se plantearon para acceder al poder. A pesar de estar privilegiados económica y socialmente, no formaban parte de las altas esferas políticas, como sí lo hacía la nobleza protegida por los monarcas. Este motivo estuvo, principalmente, entre las causas y consecuencias de la revolución de 1830, donde se logró instaurar una monarquía parlamentaria como modelo político sustentado, en ese entonces, en el sufragio censitario, como parte del denominado liberalismo moderado.

Económicas

Sin duda alguna, la Revolución Industrial promovió una profunda transformación en el ámbito económico pero, a pesar de los avances científicos y tecnológicos de la época, se originaron crisis en materia alimentaria que provocó la escasez de algunos de los rubros básicos y, por consiguiente, el aumento desmedido de los precios de estos productos tan demandados, lo que generó una fuerte incertidumbre que trajo como consecuencia varios movimientos populares.

En este caso, el movimiento obrero tuvo un destacado papel dentro de la lucha por reivindicaciones sociales y laborales, tal y como se vivió en las revoluciones liberales de 1848, las cuales tuvieron una participación más popular.

Sociales

Dentro de la sociedad de aquel entonces se notaba una clara jerarquización conforme a la posición económica que cada una tenía. La lucha por obtener privilegios propios motivó a que se dieran las diferentes revoluciones liberales; por una parte, los burgueses buscan escalar políticamente para ser reconocidos a la par de la nobleza, y por otro lado, las clases sociales menos favorecidas buscaban mejor calidad de vida para su bienestar.

Ideológicas

Como ya se ha mencionado, el liberalismo fue la doctrina que justificó las acciones de los revolucionarios en esa época. A través de esta ideología, se buscaba consolidad la libertad para permitir el progreso de la sociedad, por medio de los principios de igualdad de derechos para todos los ciudadanos, que también debían gozar de ciertas libertades individuales, siguiendo las ideas de filósofos de la talla de Rousseau, Voltaire y Montesquieu, las cuales sustentaron la llamada Ilustración Francesa con estas teorías.

Un claro ejemplo de aplicación de esta ideología son las causas del liberalismo español, presente en gran parte del siglo XIX, siendo una clara muestra de ello la revolución liberal en España promovida desde principios de 1820 que, conforme transcurría el año, fue alcanzando algunos logros como el restablecimiento de la Constitución de Cádiz de 1812 y el inicio del denominado Trienio Liberal que comenzó con la revolución de Riego en España y finalizó con la reposición del rey Fernando VII en el trono hispánico.

Sin embargo, estas acciones revolucionarias motivaron la propagación del liberalismo hacia otras latitudes, siendo uno de los principales promotores de la emancipación de las colonias americanas que estaban administradas por la Corona española, las cuales lograron independizarse y organizarse como repúblicas tiempo después.

Notables consecuencias de las revoluciones burguesas

Los hechos propiciados por las revoluciones liberales no solo dejaron secuelas dentro del continente europeo, sino que repercutieron en los territorios que se encontraban en otras latitudes como dependientes de las monarquías absolutistas de esa época. Entre las consecuencias de las revoluciones burguesas se encuentran:

Políticas

Uno de los efectos inmediatos que trascendieron durante el periodo de las revoluciones liberales fue el ascenso al poder de la clase burguesa, quienes organizados en partidos liberales, lograron alternarse el gobierno con la nobleza, congregada en los partidos conservadores. Todo ello gracias al establecimiento del sufragio censitario, donde logró afianzarse el liberalismo moderado. Las revoluciones de 1820 son un claro ejemplo de esta consecuencia, si bien conllevaron a una inestabilidad política por rivalidades entre liberales moderados y los exaltados, quienes no se ponían de acuerdo al dar mayor apertura a libertades y otras reformas de carácter político y social.

Por otra parte, entre las causas y consecuencias de las revoluciones de 1830 y 1848, se pueden notar los cambios en cuanto a este aspecto, ya que en los primeros movimientos se estableció la monarquía parlamentaria a través del sufragio censitario, y por otro lado, la revolución liberal de 1848 dejó afianzados los primeros pasos hacia el sufragio universal.

Económicas

Con el surgimiento de las revoluciones liberales se propagó la Revolución Industrial en toda Europa, lo que permitió que todos los países del continente tuvieran una profunda transformación en el ámbito económico, desplazando los viejos modelos para sustituirlos por una economía sustentada en la industrialización y el uso de la máquina, hecho que, a su vez, permitió la implantación progresiva del sistema capitalista.

Sociales

La clase más beneficiada de las revoluciones liberales fue la burguesa que, finalmente, logró ocupar importantes puestos dentro de la política del siglo XIX. Empero, se dieron algunas diferencias entre la gran y pequeña burguesía a lo largo de dicha centuria, todo por buscar la igualdad entre ambas categorías.

Por otro lado, sectores como el proletariado y el campesinado, se convirtieron en asalariados de las empresas de la burguesía, destacando también dentro de la vida política, donde tuvieron notable actuación. No se puede dejar de mencionar la formación de la denominada clase media urbana, compuesta por funcionarios, comerciantes y profesionales liberales.

Destacados ejemplos de revoluciones liberales

Ya que se ha hecho un conciso resumen de las revoluciones liberales para saber los aspectos de interés de estos movimientos, es momento de mostrar algunos ejemplos de revoluciones burguesas que impactaron en el acontecer histórico de Europa y el mundo.

Las revoluciones liberales de 1820

El ciclo revolucionario de este año en cuestión comenzó el 1° de enero con el pronunciamiento del coronel Rafael de Riego, comandante del puesto de Las Cabezas de San Juan, a favor de la proclamación de la Constitución de Cádiz de 1812, principal antecedente de las ideas de soberanía nacional que querían establecerse en España, pero que no tuvo éxito en su momento.

La sublevación de Riego obligó a que el rey Fernando VII acatara lo establecido en la Constitución, obligando a dar cumplimiento a los principios liberales que aquel documento sostenía, como la separación de poderes, la monarquía sometida al Parlamento y a la Carta Magna y, no menos importante, el principio de soberanía nacional como autoridad suprema de la nación. Este período historiográfico es conocido como Trienio Liberal, ya que a lo largo de tres años, se establecieron nuevas Cortes con el fin de sustituir las decisiones económicas, políticas y sociales impuestas por el Antiguo Régimen, siguiendo lo planteado en la Constitución gaditana.

Estas revoluciones liberales traspasaron las fronteras españolas para extenderse hacia Portugal y los territorios italianos de Piamonte y Nápoles y, de forma tardía, en Grecia y el Imperio ruso. Sin embargo, los integrantes de la denominada Santa Alianza intervinieron para la restauración del absolutismo, como efectivamente se dio en 1823, principalmente con el apoyo de Francia a través del contingente llamado Los Cien Mil Hijos de San Luis, siendo este ejército el que contribuyó a dar fin al Trienio Liberal y a la vuelta al trono del monarca borbónico.

Jura de la Constitución de 1812 por Fernando VII en la sesión inaugural de las Cortes del Trienio Liberal, julio de 1820. (Anonymous, Public Domain, vía Wikimedia Commons).

Las revoluciones liberales de 1830

Lo que comenzó en Francia con la disolución del Parlamento, la limitación del derecho al voto y la supresión de la libertad de expresión y de prensa, bajo decretos del rey Carlos X, dio paso a partir de julio de ese año a una serie de movimientos revolucionarios que, en poco tiempo, provocaron el derrocamiento del monarca para reemplazarlo por Luis de Orleans, un rey opositor al absolutismo y que permitió el ascenso de la burguesía como clase dominante del ámbito político y económico de la nación gala.

Solo fue cuestión de tiempo para que estas ideas se extendieran a otros territorios como Bélgica y Suiza, resultando el primero como república independiente que logró emanciparse de los Países Bajos, y el segundo caso, donde se instauró el federalismo como sistema político. Otros intentos de revoluciones liberales inspiradas en la francesa se dieron en Polonia y algunos estados de Alemania e Italia, pero pronto fueron sofocados por intervención extranjera.

A pesar de ello, no se impidió el impulso de movimientos nacionalistas unificadores, como a futuro se dio con Italia y Alemania, cuyos estados se consolidaron como una nación.

Combate a las puertas del Ayuntamiento de París en julio de 1830, según el cuadro de Jean-Victor Schnetz (Petit Palais, Public Domain, vía Wikimedia Commons).

La revolución liberal de 1848

Finalmente, los planteamientos que se fijaron en revoluciones anteriores, se extendieron por medio de una serie de movimientos liberales que tuvo, de nuevo, a Francia como epicentro de acción.

El rey Luis Felipe I, que había llegado al trono, paradójicamente, gracias a la revolución liberal de 1830, tomó una serie de medidas que impedían las demandas de socialistas y republicanos, principalmente, el de la instauración del sufragio universal masculino. Este acontecimiento desencadenó un estallido social que trajo como resultado el derrocamiento del monarca, para dar paso a la llamada Segunda República francesa que, además de implantar el sufragio ya mencionado, fomentó el derecho al trabajo y la abolición de la esclavitud en las colonias dependientes del país galo.

Aunque este movimiento se vio perjudicado por el golpe de Estado propiciado en 1852 por Luis Napoleón, que se proclamó Emperador y dio inicio al Segundo Imperio Francés, era inevitable que las ideas impulsadas se expandieran a otros territorios europeos como los Estados de la Confederación Germánica, los Estados de los Habsburgo, Polonia y los Estados italianos, donde se dieron importantes reformas políticas, sociales y económicas que permitieron la consolidación del liberalismo en esas naciones.

Un punto a resaltar del año 1848 fue el movimiento obrero que surgió a partir de junio a causa de la lucha que dieron en las calles en contra de las decisiones tomadas por los burgueses liberales que se dieron a la tarea de cerrar varios talleres y dejar desempleados a un importante número de habitantes de París. A partir de este suceso, el proletariado formó parte fundamental de todas las revueltas de aquel entonces, que tomaron un carácter más popular y, por ende, democrático.

El político Alphonse de Lamartine defiende el uso de la bandera francesa, en una manifestación frente al Ayuntamiento de París, pintura de Henri Félix Emmanuel Philippoteaux. (Petit Palais, Public Domain, vía Wikimedia Commons).

Las revoluciones burguesas que se detallaron en este artículo, lograron cambiar de forma drástica el acontecer político, económico y social no solo de la Europa del siglo XIX, sino de otros territorios que dependían de las entonces monarquías absolutistas, y que, basados en las ideas liberales, lograron independizarse y dar rienda suelta a su organización como repúblicas. Por otra parte, las revoluciones liberales dejaron un importante precedente para los procesos históricos que se dieron en el siglo posterior, basados en las ideologías de nacionalismo y liberalismo que se formaron durante en los movimientos revolucionarios descritos, hecho que habla de la trascendencia en el tiempo de estos acontecimientos y que aún siguen siendo un importante referente dentro de la historiografía mundial.

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