La crisis alimentaria global ha tomado un giro alarmante. Según las últimas cifras reveladas, la obesidad ha superado al hambre como uno de los principales problemas de salud pública en todo el mundo. Esta tendencia preocupante representa un desafío sin precedentes para la humanidad y un potencial empeoramiento de la raza humana.
La obesidad afecta a 1.000 millones de personas en todo el mundo, superando a los 735 millones de personas que padecen hambre.
En un análisis exhaustivo realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se ha determinado que actualmente existen 1.000 millones de personas obesas en todo el mundo, una cifra que supera a los 735 millones de personas que padecen hambre.
Esta situación, previamente anticipada por el ex ministro brasileño de Seguridad Alimentaria y Combate al Hambre, José Graziano da Silva, se ha materializado de manera alarmante.
Los alimentos ultraprocesados, ricos en grasas, azúcares y aditivos, son los principales responsables de esta crisis de obesidad.
La causa principal de esta crisis de obesidad se atribuye al aumento en el consumo de alimentos ultraprocesados. Estos productos, ricos en grasas, azúcares y aditivos, se han vuelto más accesibles y económicos que los alimentos frescos, especialmente durante la pandemia de COVID-19.
Esta situación ha provocado un cambio radical en los hábitos alimenticios de millones de personas en todo el mundo.
Según expertos, las consecuencias de la obesidad son generacionales y pueden tener un impacto profundo en la salud humana. Los niños y las mujeres en edad reproductiva son los más vulnerables, ya que la obesidad puede transmitirse de generación en generación, perpetuando así un ciclo perjudicial para la especie humana.
Ante esta crisis, los expertos instan a los gobiernos a asumir un papel más activo en la promoción de una alimentación saludable.
El ex ministro Da Silva enfatiza la necesidad de que los estados se involucren en la regulación y educación sobre hábitos alimenticios, especialmente en las escuelas, donde se pueden formar patrones de consumo saludables desde una edad temprana.
