Los humanos, nada más nacer, nos enlazamos a las fuentes de supervivencia, sea para alimentarnos, sea para que nos arropen, lo cierto es que la pronta autonomía que adquieren los animales, en nosotros es lentamente alcanzable.
La sociedad nos va disciplinando en la dirección a seguir, y desde ese acatamiento de normas aprendemos lo que las costumbres determinan desde una tendencia a respetar lo ya establecido dentro de la familia o la comunidad donde nos desenvolvemos.
Las conexiones emocionales también han aportado su influencia sobre nosotros, ya que nos han enseñado a amar, a respetar, incluso a aborrecer. En ese aspecto se mezclan las creencias, las ideologías y los sentimientos hacia lo que nos han señalado.
Aunque lo cierto es que nosotros, como seres individuales, poseemos nuestras propias emociones y nuestro raciocinio para determinar lo que nos agrada, más allá de lo impuesto; con los amores ocurre igual.
La pregunta es si la influencia recibida nos ha hecho ser más fieles a las imposiciones externas que a nosotros mismos.
Las personas, a lo largo de nuestra vida, vamos experimentando cambios, precisamente de eso trata la evolución, y en ese aspecto nuestra mentalidad puede modificarse en relación a diversas cuestiones. Es ahí cuando la vida nos coloca frente a una encrucijada desde donde tendremos que definir si seguimos por ese camino impuesto o realmente podríamos considerar empezar a oír nuestra propias señales, esas que nos llegan desde el interior de nuestro ser.
Nos han enseñado lealtad quizás en un sentido exagerado, lealtad hacia…, hemos sido leales y fieles a…, casi siempre, pero: ¿hemos podido ser leales y fieles a nosotros mismos?
También desde la religión hemos recibido mandamientos o mandatos desde donde se nos ha enseñado la importancia de la «fidelidad». Casualmente, esa palabra deriva de: «fidelitas», que significa «servir a Dios».
Hemos pasado gran parte de nuestra vida demostrando fidelidad a infinidad de cuestiones, sin embargo, lo que importa es saber hasta donde hemos sido capaces de ser fieles a nosotros mismos: de oírnos, de respetar nuestro propio sentir y poder actuar en consecuencia.
Decía con acierto Rainer María Rilke: » El único viaje es el viaje hacia el interior». Tratemos de oírnos, de respetar lo que sentimos…, que la vida es breve y urge ser feliz con lo que se hace. ¡Trata de respetarte y haz lo que se sientes!