En Europa, aproximadamente uno de cada cinco coches nuevos vendidos en 2024 fue eléctrico, según datos de la Agencia Internacional de la Energía.
El dato refleja una transformación que avanza rápido, pero también abre una pregunta menos vistosa: ¿qué pasa con estos vehículos cuando llevan unos años en la carretera?
Mantener un eléctrico no es lo mismo que mantener un coche de combustión, y ahí empiezan los matices.
La IEA advierte que el despliegue de estaciones de carga no siempre avanza al ritmo de las ventas de vehículos eléctricos, lo que supone un obstáculo práctico para su adopción.
En ciudades con buena red de carga y talleres formados, la experiencia es fluida; en otras zonas, la espera por una pieza puede dejar el coche parado semanas.
Algunos conductores han empezado a recurrir a plataformas que agrupan inventarios de varios proveedores, como avtopro, cuya popularidad ha crecido con componentes para modelos Ford allá en Estados Unidos y catálogos de repuestos Honda aquí en España, evitando que un problema mecánico convierta el coche en un adorno caro en el garaje.
Reparar sin arruinarse
Una batería dañada o un módulo de gestión electrónica averiado puede disparar la factura a miles de euros.
En algunos casos, el coste es tan alto que la aseguradora prefiere declarar el coche siniestro total.
Hay formas de contener ese riesgo. En países como Francia o España, la apertura de información técnica a talleres independientes empieza a permitir reparaciones más asequibles.
Sumar a eso redes de mecánicos certificados en alta tensión es clave para que el mantenimiento no dependa de un único taller oficial.
Prevenir para no lamentar
Los eléctricos tienen menos piezas móviles y eso significa menos revisiones por desgaste mecánico. Sin embargo, la electrónica avanzada requiere cuidados distintos.
Revisar el software, comprobar el sistema de refrigeración de la batería y vigilar el estado del cableado son pasos sencillos que evitan averías graves.
Algunos fabricantes ya incluyen estas tareas en planes de mantenimiento anual; seguirlos al pie de la letra ahorra tiempo y dinero a largo plazo.
Hacer que la batería dure
La mayoría de baterías mantiene más del 80 % de su capacidad después de diez años, siempre que se cuide el modo de carga.
Evitar abusar de la carga rápida y proteger el coche de temperaturas extremas son gestos que marcan la diferencia.
El reacondicionamiento, que sustituye solo los módulos defectuosos en lugar de toda la batería, empieza a ganar terreno en talleres especializados de Noruega y Países Bajos.
La técnica reduce costes y mantiene el coche en circulación sin necesidad de cambiar el conjunto completo.
Una red que funcione de verdad
Sin puntos de carga fiables, el eléctrico pierde gran parte de su sentido práctico. La cuestión no es solo cuántos hay, sino si funcionan y si son compatibles entre marcas.
La estandarización de conectores y el mantenimiento regular de las estaciones ya son realidad en mercados más avanzados como el holandés.
Extender esas prácticas al resto del mundo ayudaría a que el día a día con un eléctrico no dependa de la suerte.
Finalmente, mantener un coche eléctrico no es imposible ni prohibitivo. Pero requiere una red de soluciones: talleres formados, piezas accesibles, planes de mantenimiento claros y puntos de carga que funcionen siempre.
Cuando esas piezas encajan, la movilidad eléctrica deja de ser una promesa y se convierte en una opción práctica y duradera.