Una liga de roller derby de larga trayectoria en Long Island se ha visto inmersa en una polémica tras la decisión del ejecutivo del Condado de Nassau de prohibir la participación de mujeres y niñas transgénero en competiciones deportivas celebradas en instalaciones públicas bajo su jurisdicción.
Esta medida ha desatado un enfrentamiento legal que sitúa al grupo en el centro del candente debate nacional sobre los derechos de los atletas transgénero.
Los activistas señalaron que el impacto más grave recaería sobre niños y jóvenes que exploran su identidad de género
La orden ejecutiva, emitida en febrero por Bruce Blakeman, impide que ligas y equipos conformados por mujeres y niñas transgéneros obtengan permisos para utilizar los numerosos parques y campos de juego administrados por el condado, que cuenta con una población cercana a 1,4 millones de habitantes y se ubica al este del distrito de Queens.
La Liga de Roller Derby Long Island Roller Rebels, fundada hace casi dos décadas, ha respondido con una demanda legal respaldada por la Unión de Libertades Civiles de Nueva York.
“Queremos que las mujeres trans sepan, que queremos que vengan a jugar con nosotras, y haremos todo lo posible para seguir luchando y asegurarnos de que este sea un espacio seguro para que jueguen”, explicó Amanda Urena, vicepresidenta de 32 años que compite bajo el nombre «Curly Fry».
La prohibición establece que las organizaciones deportivas que soliciten permisos para practicar o competir en las instalaciones del condado deberán revelar si tienen o permiten la participación de mujeres o niñas transgénero. Aquellas que lo hagan serán automáticamente denegadas, aunque los equipos masculinos no se ven afectados por esta medida.
En las últimas semanas, el ejecutivo Blakeman ha defendido su postura argumentando la necesidad de garantizar una competencia justa y segura para las atletas femeninas. En una conferencia de prensa reciente, contó con el respaldo de Caitlyn Jenner, ex campeona olímpica de decatlón que se sometió a una transición de género.
No obstante, numerosas voces críticas han tachado la prohibición de innecesaria y políticamente motivada, señalando que Blakeman reconoció no haber recibido quejas locales relacionadas con la participación de jugadoras transgénero en equipos femeninos.
“Esta es una solución en busca de un problema. No somos abusadores. Somos los que son acosados”, denunció Emily Santosus, una mujer transgénero de 48 años en Long Island que aspira unirse a un equipo de softball femenino.
Mientras tanto, la fiscal general del estado, Letitia James, ha exigido que el condado rescinda la prohibición por violar las leyes estatales contra la discriminación. El caso de los Roller Rebels, respaldado por la NYCLU, representa un contrapunto a las más de 24 legislaciones estatales que han restringido la capacidad de los jóvenes transgénero para participar en deportes, en medio de una oleada de iniciativas legales anti-trans en diversos ámbitos.
La polémica medida no solo dificulta el reclutamiento y la organización de competencias para la liga de roller derby, sino que sus efectos más perjudiciales recaerían sobre niños y jóvenes que se encuentran navegando su identidad de género, según Grace McKenzie, jugadora transgénero de 30 años del New York Rugby Club.
“La única palabra que puedo usar para describirlo es cruel. Los niños están usando el deporte a esa edad para construir relaciones, hacer amistades, desarrollar habilidades de trabajo en equipo, habilidades de liderazgo y, francamente, simplemente ayudar a protegerlos de todo el odio que ya enfrentan como niños transgéneros”, lamentó McKenzie.
En el debate más amplio sobre la participación de mujeres trans en el deporte, ambos bandos recurren a investigaciones limitadas para respaldar sus posturas contrapuestas.
