«El silencio es el único amigo que jamás traiciona». –Confucio.
Hacemos de la vida un silencio eterno con gritos desesperados que surgen de forma esporádica. Todo se vuelve un silencio que se nos vuelve costumbre, nos olvidamos que el tiempo pasa y que el final de la vida se nos acerca constantemente. Vivimos la vida temiendo al camino. Miedo a expresar de forma pública y abierta lo que pensamos, lo que sentimos, lo que creemos, miedo a mostrarlas virtudes que nos destacan y que en algún momento nos colocan por encima del mundo y entonces callamos.
Hacemos del silencio una culpa. Culpa que nos limita, obviamos todo, obviamos nada, solo esperamos y miramos de reojo esperando que el otro actúe y cuando eso pasa, siempre habrá personas infelices dispuestas en medio de sus frustraciones a atacarlo, solo por atreverse a vivir libremente.
Y el que lo ataca, solo lo hará una sola vez, porque en cuanto la persona que decide cambiar se decida a hacerlo, jamás volverá a ser el mismo. Es que solo los valientes para destacar son lo que cambian el mundo, porque nunca más vuelven a guardar silencio.
Que nadie nos robe la libertad, que nadie nos haga sentir mal por aprender a querer a volar. No permitamos que nadie nos limite y nos haga sentir mal por querer vivir, por arriesgarnos, por equivocarnos, por atrevernos a hacer aquello que nos gusta.
Vamos a llorar, vamos a cantar, vamos a bailar, vamos a reírnos. Hagamos aquello que nos gusta, que nos haga sentir bien, aquello que nos hace ser felices, sin importar el qué dirán, aquello que nos hace sentir bien, para qué queremos un mundo lleno de silencios cuando nuestras manos están vacías y el alma muerta.
Dejemos que la vida duela, que las heridas sangren, vamos a sentir y vivir el dolor. Dejemos que nuestros sentidos se llenen de vida y gritemos. Gritemos por nosotros y por los que no pueden hacerlo.
«¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas! Porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!» –Santa Catalina de Siena.
Nada es fácil en esta vida. Nadie nos va a regalar nada. Vamos a llegar tan lejos como no lo propongamos, la gran lucha está en enfrentar y agrandar los límites de aquello que se supone “no podemos hacer”.
Jamás permitamos que nadie nos diga nunca cuál es nuestro lugar, que es lo que podemos hacer y que no podemos hacer. Esta en nosotros el poder de decidir, solamente nosotros podemos decidir, nadie más tiene las decisiones de nuestra vida.
Para triunfar, hay que esforzarse. Todo lo que vale la pena está justo al otro lado del reto que no enfrentamos. Más allá de todo lo que dejamos para mañana porque hoy no tenemos tiempo.
Asumamos el compromiso y vamos a ponerle ganas de una vez por todas y vamos a luchar contra el mundo, no para que nos vean haciéndolo, sino para conseguirlo y comernos el mundo. Vamos a empezar por conseguir aquello que hoy son solo simples sueños y solo así veremos cómo empezamos a convertir sueños en realidades, a dejar metas atrás y a marcarnos nuevos objetivos.
La vida es efímera. La vida es un regalo, vivámosla de forma única, para que cuando miremos hacia atrás, podamos sentirnos orgullosos de todo lo que hemos conseguido.
Solo así conseguiremos hacer tanto ruido que quizás el silencio se vaya para siempre. Así, solo así, se terminará la envidia malsana de aquellos que no se atreven a gritar.
«Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos«. –Martin Luther King.