Hay ciudades que laten más fuerte cuando su equipo juega o cuando un artista aterriza con un estadio agotado.
Lo deja claro Deloitte, que situó en 29.500 millones de euros los ingresos del fútbol europeo durante la temporada 2021/22.
Una cifra que retrata la dimensión real de lo que se mueve cuando la emoción llena gradas y calles.
Ni entradas ni camisetas ni retransmisiones en directo tendrían sentido sin miles de negocios que giran alrededor: Transporte, restauración y patrocinios sostienen un engranaje que no descansa mientras la próxima victoria se cocina en la grada.
Al margen del estadio, la emoción se traslada también al mundo de apuestas online a través de plataformas como Betway, que canalizan parte de esa pasión y la convierten en otro motor económico que suma cifras a la industria.
Detrás de cada cántico y cada aplauso, la economía local encuentra oxígeno. Cada evento masivo deja ingresos donde antes no los había: Hoteles llenos, taxis sin hueco, bares hasta la bandera.
Números que muchas veces se pierden en la euforia, pero que para muchas ciudades valen más que cualquier trofeo.
El coste real de encender focos y gradas
Mover a miles de personas no es gratis ni sencillo. Montar un partido o un festival exige permisos, seguridad, producción técnica y un ejército de empleos temporales.
Según el Sports Survey 2023 de PwC, clubes y promotoras buscan diversificar ingresos para afrontar costes crecientes: Patrocinios digitales, monetización de datos de audiencia y derechos online refuerzan cuentas que, sin estas vías, perderían equilibrio. Sin estos engranajes silenciosos, la pasión se pagaría aún más cara en la taquilla.
El barrio que sobrevive gracias a la emoción
La contribución económica del sector musical en el Reino Unido es de hecho 6.700 millones de libras (€7.805 millones
) en 2022 en términos de GVA (valor añadido bruto), según el informe This Is Music 2023 de UK Music. El empleo alcanzó aproximadamente 210.000 personas en 2022, en línea con los datos oficiales.
Lo mismo pasa cuando un estadio de fútbol abre sus puertas. La marea de aficionados llena terrazas, taxis y habitaciones de hotel.
El fútbol tiene el poder de unir, y además, también mantiene vivas muchas persianas que dependen de la pasión que se respira en la grada.
El gasto silencioso que pocos calculan
Seguir a un equipo o asistir a grandes espectáculos supone rascarse el bolsillo más de lo que muchos calculan.
El European Football Benchmark de Statista sitúa en unos 700 € (620 £) al año el gasto medio de un aficionado europeo al fútbol, mientras que en el Reino Unido los fans más activos pueden superar los 1.100 £ (1.287 €) anuales.
A ese desembolso se suman consumos indirectos que rara vez aparecen en la entrada: desplazamientos, merchandising, comidas previas.
El negocio no solo se juega en el campo o sobre un escenario, sino en todo lo que rodea a la experiencia.
El futuro ya no pasa solo por la taquilla
Los números crecen, pero los hábitos cambian. Cada vez más aficionados siguen eventos desde la comodidad del sofá, pagando suscripciones o entradas virtuales.
El Global Entertainment & Media Outlook 2024–2028 de PwC indica que la digitalización seguirá liderando el sector, combinando formatos presenciales y online.
El espectáculo se reinventa: nuevas fuentes de ingresos nacen mientras la emoción de estar allí se convierte en un lujo que pocos abandonan del todo.
Finalmente, cada euro gastado para gritar un gol o cantar un estribillo paga mucho más que un recuerdo.
Ahí se esconde un motor económico que no se detiene, aunque cambien los estadios por plataformas y las taquillas por códigos QR. Quizá la pasión sea lo único que mantenga vivas las ciudades cuando todo lo demás se apague.
