Un catálogo grande puede ser brújula o laberinto. La diferencia no la hace el color, la hace el orden.
En accesibilidad se pide algo simple y potente: ofrecer más de una vía para encontrar lo que se busca y etiquetar con claridad para no perder el hilo.
Las WCAG piden ofrecer más de una forma de localizar páginas (SC 2.4.5) y que encabezados y etiquetas sean descriptivos (SC 2.4.6); además, el criterio Location (SC 2.4.8) ayuda a orientar al usuario dentro del sitio.
En el ecosistema de directorios existe una gran variedad de catálogos que se ordenan por país, licencia y métodos de pago, con una jerarquía limpia; como ejemplo práctico, se encuentra la plataforma Casinos Nuevos con su listado de casinos online fuera de España, donde se visualiza claramente el orden jerárquico de los componentes de la web.
De ahí, la clave es poner primero la estructura y dejar la decoración para después.
Jerarquía que orienta: de lo general a lo útil
La página de categoría no debería ser un muro de tarjetas, sino un sumario con sentido. Primero el qué (categoría), luego el dónde (país o jurisdicción) y después el cómo (métodos, idiomas, soporte), siempre con caminos de vuelta visibles.
Cuando el árbol respeta esa progresión, el usuario entiende dónde está y qué vendrá al hacer clic.
Si el orden se invierte, aparece la sensación de “todo mezclado” y sube la tasa de abandono, aunque el contenido sea bueno.
Facetas bien elegidas: pocas, claras y con estado visible
Un filtro es una promesa de control, no una lista infinita. Conviene priorizar tres o cuatro facetas nucleares (p. ej., país/jurisdicción, idioma, método de pago, soporte), mantener nombres consistentes y mostrar cuántos resultados quedan al aplicar cada opción.
Que se vea qué está activo y cómo quitarlo evita callejones sin salida y clics en falso. Si una faceta es rara o ambigua, mejor convertirla en etiqueta explicativa dentro de la ficha que forzar un filtro que nadie entiende.
Un apunte sobre carga cognitiva y foco: la atención sufre cuando la interfaz multiplica decisiones pequeñas sin sentido.
Un estudio en Tecnología, Ciencia y Educación, dependencia y adicción al smartphone en jóvenes extremeños, analizó 271 jóvenes y halló 51,3% de dependencia y 23,6% de adicción; propone programas educativos y, en diseño, conviene reducir la carga de estímulos en sesiones largas.
Orden por defecto que no engaña: relevancia, novedad y alfabético con reglas claras
El orden por defecto comunica criterio aunque no se mencione. Si la prioridad es “relevancia”, conviene explicar qué pesa (actualización, popularidad, completitud de ficha) y dejar siempre el cambio de orden al alcance de un clic.
Para colecciones estables, alfabético evita suspicacias; para colecciones vivas, “novedad” o “actualizado” tiene sentido si la fecha es visible en cada tarjeta.
El error común es mezclar señales (popularidad + actualización) sin explicar nada: el usuario no sabe qué esperar y la confianza cae.
Fichas que se leen en 10 segundos: microcopy y campos mínimos
Una tarjeta resuelve dudas o las crea. El mínimo útil cabe en seis líneas: nombre, país/licencia, idioma, métodos de pago, última actualización y vías de ayuda.
Títulos cortos, etiquetas consistentes y un mismo orden de campos ahorran pensamiento repetitivo.
Si un dato no aplica, se marca como “no disponible” en lugar de ocultarlo: transparencia y ritmo de lectura en una jugada.
Estados, vacíos y paginación: que el catálogo no se rompa
Los estados vacíos explican qué pasó y qué hacer después (“No hay resultados con estos filtros. Limpia país o método.”).
La paginación conserva el rendimiento y, si se usa “carga continua”, debe respetar el foco y no saltar al usuario a mitad de página.
Un indicador de progreso simple evita la sensación de bloqueo en listados pesados o búsquedas lentas. Cuando la interfaz trata con cuidado los momentos sin contenido, el catálogo mantiene el pulso.
Finalmente, ordenar bien no es añadir opciones, es quitar fricción. Con jerarquía clara, facetas justas y un orden por defecto honesto, el catálogo deja de ser ruido y se vuelve mapa. A partir de ahí, decidir no cansa, y la web acompaña en lugar de estorbar.


