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El impacto cultural de las telenovelas en la sociedad moderna

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La telenovela no nació para entretener solamente. Nació para acompañar, para estar ahí en la sobremesa, cuando la vida cotidiana se mezcla con las historias ajenas que, sin saber cómo, terminan siendo propias.

A lo largo de décadas, este género se consolidó como un espejo emocional de las clases medias y populares, moldeando costumbres, valores e incluso la manera de hablar del amor y la justicia.

En países como México o Brasil, las telenovelas han sido incluso herramienta diplomática: su exportación configuró una imagen cultural en todo el mundo, una especie de “embajada emocional” de lo latino.

En ese mismo contexto mediático, surgen fenómenos digitales que comparten con las telenovelas una estructura narrativa basada en la emoción y la expectativa.

Plataformas interactivas, como VBET, han entendido la importancia de contar historias y generar vínculo con el usuario, algo que también ocurre con experiencias lúdicas como Fortune Tiger, donde la trama y la estética buscan despertar ese mismo pulso emocional que antes solo lograban los melodramas televisivos.

La línea entre ocio narrativo y ficción audiovisual se difumina cada vez más, señal de que el deseo de ser parte de una historia sigue intacto, aunque el formato cambie.

La formación de un imaginario social

Durante años, la telenovela ha sido la gran enciclopedia de lo cotidiano. Desde las cocinas de barrio hasta las oficinas del centro, millones de personas aprendieron códigos sociales, frases y gestos viendo cómo los personajes enfrentaban dilemas familiares, económicos o morales.

Un artículo de la Harvard Review of Latin America definió este fenómeno como “educación emocional colectiva”, porque las telenovelas enseñaron a sentir, desear y sufrir siguiendo un patrón reconocible.

En México, según el medio México Histórico, las tramas de ascenso social y sacrificio personal no solo reflejaron el imaginario de movilidad, sino que ayudaron a legitimarlo.
Cada episodio consolidaba una narrativa común: la de la lucha, la esperanza y la idea de que la vida podía cambiar en el próximo capítulo.

Cuando el espejo se agrieta: estereotipos y desigualdades

Sin embargo, no todo en la telenovela es reflejo fiel de la realidad. Estudios recientes advierten que muchas producciones replican estereotipos de género o visiones limitadas del poder femenino.

Un análisis del Jurnal Basis sobre personajes femeninos en telenovelas mexicanas muestra cómo el lenguaje usado por las protagonistas suele reforzar jerarquías sociales y dependencias emocionales.

Por otro lado, un estudio de la IZA,  Institute of Labor Economics de 2024 reveló que el tratamiento de personajes LGBTQ+ en algunas series latinas aún oscila entre la caricatura y el estigma, lo que demuestra que el melodrama también puede ser un espacio de disputa ideológica.
El desafío actual no es solo contar historias, sino contarlas con responsabilidad simbólica.

Exportación cultural y globalización del melodrama

Pocos productos audiovisuales han viajado tanto como la telenovela. Desde los años 80, las producciones de Televisa y Rede Globo se emiten en más de 100 países.
En África, Europa del Este o Asia, sus tramas familiares se convirtieron en una ventana hacia América Latina.

Según la Revista Latino-Americana de Estudos em Cultura e Sociedade, esta expansión generó un fenómeno de “glocalización”: las telenovelas se adaptan al contexto local, pero mantienen el ADN emocional latino.

Esa flexibilidad narrativa explica por qué, incluso hoy, el modelo melodramático se recicla en plataformas de streaming, donde las series se consumen por maratones, pero con la misma intensidad sentimental que antes provocaba una telenovela de las ocho.

La telenovela en la era digital

El streaming cambió los hábitos de consumo, pero no eliminó la necesidad de emoción.
Netflix, por ejemplo, ha invertido en producir dramas seriados con estructura de telenovela, conscientes de que el público global sigue buscando historias con ritmo y catarsis.

Mientras tanto, un estudio publicado en BMC Public Health demostró que las telenovelas educativas pueden tener impacto social real: la serie Vencer el Miedo fue utilizada en México para promover la educación sexual y la prevención de embarazos adolescentes.

La lección es clara: la telenovela no ha muerto, ha mutado. Se volvió transmedia, híbrida, más consciente de su poder social.

El melodrama se digitalizó sin perder su esencia: conectar a las personas a través de historias donde lo emocional sigue siendo el centro.

Más allá del final feliz

En tiempos de consumo rápido y algoritmos que recomiendan sin descanso, el verdadero milagro de la telenovela es que todavía puede detener el tiempo

Puede hacer que una historia, por muy simple que parezca, se convierta en conversación, en memoria, en punto de encuentro entre generaciones.

Y aunque cambien las pantallas, los formatos o los modos de mirar, la necesidad de reconocerse en una historia sigue intacta.

Porque, al final, las telenovelas no solo contaron vidas ajenas. Contaron la historia de quienes las vieron, noche tras noche, tratando de entender, a través del drama, qué significa ser humano.

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