Hay algo especial en recorrer un país al volante. No estás limitado por horarios, ni rutas preestablecidas, ni grupos de turistas con paraguas en alto.
Solo tú, el camino, y lo que decidas hacer con él. Albania, con su mezcla de playas solitarias, montañas dramáticas y pueblos que aún no han sido tocados por el turismo masivo, es un destino perfecto para eso: para perderse a propósito.
Para disfrutarlo de verdad, lo ideal es moverse con libertad total. Y eso significa una cosa: coche propio.
Si estás buscando una opción clara y sin sorpresas, alquiler de coches Albania es una forma muy directa y segura de empezar bien el viaje. Porque si algo vas a querer evitar aquí, son las complicaciones con el transporte.
Carreteras: ¿Son seguras?
Vale, hablemos claro. Conducir en Albania tiene fama de “desafío”, pero no es para tanto. Las principales carreteras —como la SH4 o la SH8, que va bordeando la Riviera albanesa— están en muy buen estado, y en los últimos años el gobierno ha invertido bastante en infraestructura.
Eso sí, fuera de las rutas grandes, puedes encontrarte tramos con baches, curvas cerradas sin barandillas o caminos de grava en los que un coche bajito lo pasa mal.
Pero si conduces con cabeza, mantienes la velocidad a raya y no confías ciegamente en tu GPS, todo va bien. El paisaje compensa cualquier pequeño sobresalto.
Desde Tirana al sur: La ruta más popular
La mayoría empieza en Tirana, y con razón. Es la capital, está bien conectada y tienes muchas opciones de recogida para tu coche de alquiler. Desde allí, lo más común es poner rumbo al sur.
Primera parada obligada: Berat, conocida como “la ciudad de las mil ventanas”. El casco histórico es Patrimonio de la Humanidad, y aunque puedes recorrerlo a pie, llegar en tu propio coche te da margen para explorar los alrededores —viñedos, montes y aldeas que no aparecen en los mapas.
Después, sigue la SH8, una de las carreteras más escénicas del país. Cruza el paso de Llogara (ojo con las curvas), y prepárate para vistas espectaculares del mar Jónico. La bajada hacia la costa es de película.
Paradas que merecen el desvío
Himara es una de esas playas tranquilas que parecen de otro tiempo. Si llevas tu coche, puedes moverte entre calas como Jale, Gjipe o Livadhi, donde los buses ni se asoman.
Gjipe, en concreto, requiere caminar el último tramo, pero el acceso hasta el inicio del sendero es más fácil si vas por tu cuenta.
Más al sur, Butrinto es uno de los yacimientos arqueológicos más impresionantes del país, con ruinas griegas, romanas y bizantinas rodeadas de vegetación y agua. Lo mejor: no hay que madrugar para llegar con un tour organizado. Tú eliges la hora y el ritmo.
Y si decides seguir bajando, puedes incluso cruzar a Ksamil, muy cerca de la frontera con Grecia. Playas caribeñas, agua turquesa… y sí, también turistas.
Pero si tienes coche, siempre puedes volver al norte cuando quieras, sin quedarte atrapado en un lugar que no era lo tuyo.
¿Y el norte?
Menos explorado, pero brutal. La ruta de Tirana a Shkodër es fácil, y desde ahí puedes adentrarte en los Alpes albaneses.
Para eso, ojo: si vas a hacer la ruta circular Theth–Valbonë, necesitarás un 4×4 o al menos un coche con buena suspensión. Algunas agencias de Localrent lo especifican claramente.
Y si no quieres conducir tanto, puedes ir de Shkodër a Koman, tomar el ferry por el lago (una joya en sí misma) y luego seguir hasta Valbonë.
Todo esto es mucho más fácil si te mueves por tu cuenta, sin depender de horarios que rara vez se cumplen.
Cosas prácticas que marcan la diferencia
El combustible en Albania ronda los 1,70–1,85 €/litro, dependiendo de la zona. Las gasolineras son frecuentes en las rutas principales, aunque en zonas remotas puede haber menos, así que conviene llenar el depósito si te adentras en montaña.
La señalización es irregular: en algunas carreteras está perfecta, en otras… bueno, digamos que hay que intuir.
Por eso, conviene llevar un navegador offline como Maps.me, porque Google Maps a veces hace cosas raras (como mandarte por un “camino rural” que es básicamente una pista de cabras).
Y sí, los controles de policía son frecuentes, pero no hay que preocuparse. Te piden los papeles, saludan, y sigues.
Asegúrate de llevar tu permiso de conducir (el de la UE sirve), pasaporte y contrato del alquiler a mano.
Conclusión: Albania está hecha para conducirla
Albania es uno de esos países que aún se sienten auténticos. No está pensado para el turismo masivo, y eso es parte de su encanto.
Pero justo por eso, no es un sitio para recorrer sin coche, salvo que quieras pasar la mitad del viaje esperando un bus que no llega.
Conducir aquí es una experiencia: sí, a veces desafiante, pero también profundamente libre. Puedes improvisar, detenerte donde no hay nadie, cambiar de planes sin pedir permiso.
Y si encima haces la reserva con un servicio fiable como alquiler de coches Albania, con precios cerrados, condiciones claras y atención humana, tienes todas las piezas para un viaje inolvidable.
La carretera está ahí, esperando. Tú solo tienes que arrancar.