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Detectan 15 factores que aumentan el riesgo de demencia precoz

Un reciente análisis a gran escala ha revelado 15 factores relacionados con el incremento del riesgo de desarrollar demencia de inicio temprano (YOD, por sus siglas en inglés), una condición que afecta cada año a cientos de miles de personas menores de 65 años. Los resultados de esta investigación, publicada en 2023, abren nuevas perspectivas para la prevención de esta enfermedad, tradicionalmente asociada a la vejez.

La investigación se basó en el seguimiento de más de 350.000 personas menores de 65 años en el Reino Unido.

El estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Exeter en el Reino Unido, examinó datos de 356.052 participantes, todos menores de 65 años, en un esfuerzo por identificar variables más allá de la predisposición genética. David Llewellyn, epidemiólogo de la institución, señaló que «este es el estudio más grande y sólido de su tipo jamás realizado», subrayando la importancia de poder actuar sobre factores de riesgo potencialmente modificables.

Entre los elementos identificados se encuentran condiciones de salud como accidentes cerebrovasculares, diabetes, enfermedades cardíacas y depresión, así como factores de estilo de vida, como el aislamiento social, el bajo nivel socioeconómico y problemas de audición. La deficiencia de vitamina D y niveles elevados de proteína C reactiva —indicador de inflamación hepática— también fueron asociados a un mayor riesgo.

Un bajo nivel socioeconómico, la soledad y la depresión se vinculan a mayor riesgo de demencia precoz.

Un aspecto particularmente llamativo del informe fue la compleja relación entre el consumo de alcohol y el riesgo de demencia. El abuso de bebidas alcohólicas incrementó el riesgo, mientras que un consumo moderado o incluso alto pareció correlacionarse con una reducción del mismo.

Los investigadores advirtieron que este hallazgo podría estar influido por el hecho de que personas que consumen alcohol moderadamente tienden a gozar de una mejor salud general, mientras que quienes se abstienen podrían hacerlo debido a problemas médicos preexistentes.

Respecto a los factores protectores, el estudio identificó que un mayor nivel de educación formal y una mejor condición física —evaluada mediante la fuerza de prensión manual— se vinculan a un riesgo reducido de padecer YOD. Según el neuroepidemiólogo Sebastian Köhler, de la Universidad de Maastricht,

«Ya sabíamos por investigaciones previas sobre demencia en edades avanzadas que existen múltiples factores de riesgo modificables».

Además de los factores físicos, la salud mental emergió como un componente crucial. La exposición prolongada al estrés, la soledad y la depresión fueron señalados como elementos que pueden acelerar la aparición de los síntomas. Aunque el estudio no confirma una relación causal directa, sí proporciona un marco más detallado para entender los mecanismos subyacentes a la demencia precoz.

La posibilidad de modificar muchos de los factores identificados ofrece una renovada esperanza en la búsqueda de estrategias preventivas. Hasta ahora, gran parte de los esfuerzos se han centrado en la gestión de la enfermedad una vez diagnosticada, pero estos resultados apuntan hacia la prevención activa a través de estilos de vida más saludables.

La demencia de inicio temprano genera impactos devastadores, ya que afecta a personas que a menudo están en plena vida laboral, con familias en crecimiento y compromisos sociales. Como destaca el neurocientífico Stevie Hendriks, también de la Universidad de Maastricht,

«La demencia de inicio temprano tiene un impacto muy grave, porque las personas afectadas generalmente todavía tienen trabajo, hijos y una vida ocupada».

Hasta la fecha, la mayoría de los estudios centraban sus esfuerzos en la genética como principal explicación, aunque numerosos casos carecen de antecedentes familiares claros. Esta nueva investigación amplia el panorama, enfocándose también en variables ambientales y conductuales como posibles desencadenantes.

15 factores que aumentan el riesgo de demencia precoz

  1. Bajo nivel de educación
  2. Bajo nivel socioeconómico
  3. Aislamiento social
  4. Fragilidad física (medida por fuerza de prensión manual baja)
  5. Accidente cerebrovascular previo
  6. Diabetes tipo 2
  7. Enfermedad cardíaca
  8. Depresión
  9. Deficiencia de vitamina D
  10. Niveles elevados de proteína C reactiva (indicador de inflamación en el cuerpo)
  11. Tener dos copias del gen ApoE4 ε4 (asociado previamente al Alzheimer)
  12. Abuso de alcohol (consumo excesivo y problemático)
  13. Problemas de audición
  14. Tabaquismo (consumo actual de tabaco)
  15. Altos niveles de privación (índice general de carencias materiales y sociales)

La identificación de estos 15 factores amplía significativamente el entendimiento sobre la demencia de inicio temprano y sugiere que intervenciones específicas en la salud pública podrían contribuir a reducir su incidencia en el futuro. La esperanza, ahora, se centra en convertir este conocimiento en herramientas prácticas para la prevención efectiva.

Luces y sombras en la catedral de León

En el corazón de León se alza majestuosa su catedral, conocida como la Pulchra Leonina (la Bella Leonesa), dedicada a Santa María y que comenzó a construirse en el siglo XIII, en plena efervescencia del estilo gótico. Siguiendo el modelo francés, se convirtió en uno de los templos más airosos y luminosos de la cristiandad. Pero más allá de su magnificencia arquitectónica, la catedral fue concebida como un espacio de enseñanza visual.

Viajemos por un momento a la Edad Media. La mayoría de la población es analfabeta, y las imágenes se convierten en un medio fundamental para transmitir las enseñanzas religiosas. Las catedrales, con su grandiosidad y su rica decoración, son auténticas escuelas de fe, donde cada elemento arquitectónico y artístico tiene un propósito didáctico. Y en este contexto, las vidrieras juegan un papel protagonista, inundando el espacio sagrado con una luz coloreada que evocaba la gloria celestial y narrando las historias bíblicas de una manera vívida y accesible.

Las vidrieras forman parte de un programa iconográfico cuidadosamente planificado, donde cada escena, cada personaje y cada color tienen un significado específico y contribuyen a un relato teológico coherente. Los artífices de estas maravillas, maestros vidrieros cuyo nombre a menudo se ha perdido en la bruma del tiempo, eran no solo artesanos habilidosos, sino también profundos conocedores de las Sagradas Escrituras y la teología cristiana.

Antiguo Testamento al norte: en penumbras

La catedral está organizada como un cómic gigante, el lado norte, más sombrío, está dedicado al Antiguo Testamento, mientras que el lado sur, bañado por el sol, nos muestra el Nuevo Testamento. El este, donde nace el sol, representa el nacimiento de Cristo y la promesa de la resurrección. El oeste, donde el sol desaparece, simboliza la muerte y el Juicio Final.

Detalle de las vidrieras de la Catedral de León
Detalle de las vidrieras de la Catedral de León (PxHere).

En el lado norte la luz escasea, como si el sol tuviera miedo de asomarse. Es el reino del Antiguo Testamento, donde los profetas y patriarcas nos cuentan historias de pecado y redención. Las vidrieras nos muestran la creación del mundo, con Adán y Eva mordiendo la manzana prohibida y siendo expulsados del paraíso.

También vemos el arca de Noé, llena de animales de todas las especies, escapando del diluvio universal. Figuras como Moisés, Abraham y David nos cuentan sus aventuras y desventuras. Los profetas, con sus barbas largas y sus miradas penetrantes, nos advierten de los peligros del pecado y nos invitan a la conversión. Estas escenas no solo recordaban los orígenes de la fe judía, sino que también se interpretaban a menudo como prefiguraciones de eventos del Nuevo Testamento. Por ejemplo, el sacrificio de Isaac se veía como un anticipo del sacrificio de Cristo.

La elección del lado norte para representar el Antiguo Testamento no es casualidad. El norte recibe menos luz solar directa. Esto simboliza la falta de claridad y la oscuridad espiritual que, según la teología cristiana, caracterizaba el período anterior a la llegada de Cristo.

El norte también se asocia con el solsticio de invierno, el día más corto del año, cuando la luz del sol es mínima. Esto refuerza la idea de un tiempo de oscuridad y espera. En la iconografía cristiana, el lado izquierdo (norte) a menudo se asocia con lo negativo, lo impuro o lo menos favorecido.

Nuevo Testamento al sur: aplauso de luz y esperanza

En el lado sur el sol brilla con fuerza, iluminando las vidrieras con colores vivos y alegres. Es el reino del Nuevo Testamento, donde Jesús y los apóstoles nos cuentan la historia de la salvación.

Luces y sombras del exterior de la Catedral de León
Luces y sombras de la Catedral de León (PxHere).

Desde la Anunciación hasta la Resurrección, las vidrieras nos muestran los momentos clave de la vida de Jesús. Le vemos nacer en un pesebre, rodeado de animales y pastores. También lo vemos predicar, hacer milagros y sufrir en la cruz. Los apóstoles, con sus túnicas de colores y sus rostros serenos, nos cuentan la historia de la Iglesia primitiva. Además, vemos a los santos, con sus atributos y sus historias milagrosas.

La luz como símbolo de salvación

La Catedral de León no es solo una maravilla arquitectónica, sino también un mensaje eterno esculpido en piedra y vidrio. El Antiguo Testamento al norte, con su espera silenciosa y su acercamiento al sol, nos recuerda el anhelo humano de redención. El Nuevo Testamento al sur, en cambio, celebra el gozo de la revelación y la victoria de la luz.

La Pulchra Leonina es un recordatorio de que la vida está llena de contrastes: luz y sombra, ley y gracia, Antiguo y Nuevo Testamento. Y aunque el Antiguo Testamento no ve la luz del sol es gracias a él que el Nuevo Testamento brilla con tanta fuerza.

Paseando por el hemiciclo del Congreso de los Diputados

Si alguna vez has paseado por el centro de Madrid seguramente te habrás detenido frente a un majestuoso edificio neoclásico custodiado por dos imponentes leones de bronce. Aunque muchos lo conocen simplemente como “el Congreso”, su nombre oficial es Palacio de las Cortes y comenzó a construirse en 1843, bajo el reinado de Isabel II.

El Salón de Sesiones, el corazón del Congreso de los Diputados, es mucho más que un espacio físico. Es un símbolo de la democracia española, un lugar donde se debate y se decide el futuro de la nación. Mientas los diputados ejercen su encomiable labor están rodeados de un sofisticado programa iconográfico que buscaba legitimar la monarquía constitucional isabelina.

Los cuadros laterales

El Salón de Sesiones es una obra de arte que refleja la historia y la cultura españolas. Los dos grandes cuadros que flanquean la presidencia nos transportan a momentos clave del pasado parlamentario: “María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295” y “El Juramento de las Cortes de Cádiz”.

"María de Molina presenta a su hijo a las Cortes de Valladolid, 1863"
«María de Molina presenta a su hijo a las Cortes de Valladolid, 1863», (Antonio Gisbert, Public domain, via Wikimedia Commons).

La escena del cuadro de la derecha de la presidencia nos transporta a 1295. La reina María de Molina, viuda del rey Sancho IV, presenta a su hijo Fernando IV -un niño de apenas 9 años- ante las Cortes de Valladolid para que sea reconocido como heredero legítimo del trono de Castilla.

La pobre María tenía dos problemas enormes en aquellos momentos: primero, muchos nobles cuestionaban la legitimidad del pequeño Fernando; segundo, debía defender el reino frente a las ambiciones de nobles revoltosos y reinos vecinos.

El mensaje subliminal de este cuadro era clarísimo para los diputados que lo veían cada día: “Mirad cómo las Cortes medievales apoyan a una reina en apuros y a su hijo legítimo, ¡vosotros debéis hacer lo mismo con Isabel II!”. Una lección de historia convertida en propaganda política del siglo XIX.

No hay que olvidar que Isabel también accedió al trono siendo niña (tres años) tras la muerte de su padre Fernando VII. Su madre, María Cristina, actuó como regente -igual que María de Molina-. La legitimidad de Isabel fue disputada por su tío Carlos María Isidro, desencadenando las Guerras Carlistas. En definitiva, ambas reinas -María de Molina e Isabel II- necesitaban desesperadamente el apoyo de las Cortes para mantener el poder.

"El juramento de las Cortes de Cádiz en 1810"
«El juramento de las Cortes de Cádiz en 1810» (José Casado del Alisal, Public domain).

El cuadro de la izquierda de la presidencianos traslada a la Guerra de la Independencia. Representa el nacimiento del parlamentarismo moderno español. Los diputados de las Cortes de Cádiz, vestidos con sus mejores galas, están jurando defender la soberanía nacional, un concepto revolucionario para la época.

Isabel II era nieta de Carlos IV, el rey depuesto por Napoleón que desencadenó toda esta historia. Durante su reinado (1833-1868) España vivió constantes vaivenes entre liberales y conservadores, todos invocando de alguna manera el espíritu de las Cortes de Cádiz. Al ordenar este cuadro para el Congreso, Isabel II estaba implícitamente legitimando su trono a través de la continuidad constitucional que comenzó en Cádiz.

El medallón de la bóveda: un cielo de alegorías

Levantemos la vista hacia la bóveda del hemiciclo, donde un impresionante medallón central nos invita a reflexionar sobre los valores que sustentan la democracia. En el centro del medallón, encontramos la figura de España, representada como una mujer majestuosa y serena. Esta figura simboliza la unidad y la grandeza de la nación española; es la que centraliza la obra, y a su alrededor se encuentran las alegorías.

El medallón es también un homenaje a figuras clave de la historia y la cultura españolas. Entre ellas, destacan: Miguel de Cervantes, Diego Velázquez,El Cid, Cristóbal Colón, Saavedra Fajardo, Campomanes, Jovellanos, Lope de Vega, Juan de Herrera, Berruguete, Luis Vives, Francisco Salinas y Juan de Mariana.

Uno de los elementos más intrigantes del medallón es la presencia del Tetragrámaton, las cuatro letras hebreas que representan el nombre de Dios (YHWH). La presencia del Tetragrámaton en la bóveda del hemiciclo refleja la concepción decimonónica de que las leyes humanas deben estar inspiradas y legitimadas por un orden trascendente.

Representa la idea de que la justicia terrestre debe aspirar a reflejar la justicia divina, el concepto de que existe un orden moral superior que debe servir de guía a la labor legislativa y la noción de que los diputados están bajo la mirada divina al realizar su trabajo.

Este elemento, aunque de origen religioso, trascendió en el contexto del Congreso hacia un significado más amplio, representando los valores universales y principios éticos que deben inspirar la actividad parlamentaria.

Rodeando a España, observamos las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Estas virtudes, esenciales para el buen gobierno, nos recuerdan la importancia de la sabiduría, la equidad, el valor y la moderación en la vida pública.

La judería de Palma de Mallorca, un tesoro que palpita

Estrechas callejuelas empedradas donde cada piedra cuenta una historia milenaria, donde el eco de conversaciones en hebreo aún parece resonar entre muros centenarios, donde el aroma de especias exóticas se mezcla con la brisa mediterránea y donde las casas se apiñan creando un laberinto fascinante que ha resistido el paso de los siglos.

Entre las muchas curiosidades que esconde la judería de Palma de Mallorca destaca que, desde el aire, el entramado de sus calles adopta la forma de media estrella de David.

Las huellas de una época medieval

Conocido localmente como El Call, un término que proviene del hebreo kahal -que significa comunidad-, este enclave histórico representa uno de los testimonios más valiosos de la presencia judía en el Mediterráneo occidental.

Un legado cultural que se remonta al siglo V y que alcanzó su esplendor durante la Edad Media cuando Mallorca era un enclave comercial estratégico donde convivían cristianos musulmanes y judíos en un equilibrio tan fascinante como frágil.

Al adentrarnos en la judería desde la Plaza de Santa Eulalia lo primero que nos recibe es esa atmósfera única que transporta al visitante a otra época: las calles estrechas y sinuosas diseñadas así de forma intencionada para protegerse del calor estival, pero también por razones defensivas.

Conforman un andamiaje urbano que ha permanecido prácticamente intacto desde el medievo, un testimonio vivo de cómo era la vida cotidiana en estos barrios donde la comunidad sefardí desarrolló una próspera actividad comercial artesanal e intelectual.

Palma de Mallorca, Ibiza, España.
Palma de Mallorca, Ibiza, España (Joerg Mangelsen, Pexels).

La calle Sol representa la arteria principal, una vía que conectaba los dos sectores de la judería y cuyo nombre hace referencia a la orientación este-oeste que permitía aprovechar al máximo la luz natural en aquellos tiempos, cuando la iluminación artificial era un lujo.

El muro de las lamentaciones palmesano

Uno de los tesoros mejores conservados y más emocionantes de visitar es, sin duda, la sinagoga Mayor. Ubicada en lo que hoy conocemos como Can Bordils, un edificio que tras sucesivas transformaciones aún conserva elementos de su estructura original como la sala de oración y el espacio reservado para las mujeres -conocido como matroneum-.

Sus muros siguen impregnados de esa espiritualidad y sabiduría que caracterizaba a los antiguos centros religiosos judíos auténticos focos de conocimiento donde se estudiaba la Torá, se debatía sobre filosofía y se tomaban las decisiones más importantes para la comunidad. Todavía hoy en día algunas personas dejan papeles en un pequeño muro siguiendo la tradición del muro de las lamentaciones de Jerusalén.

Siguiendo nuestros pasos por la calle Montesión llegamos a uno de los enclaves más emblemáticos y a la vez desconocidos de la judería, el antiguo baño ritual o mikvé. Una instalación fundamental en la vida religiosa judía donde se realizaban las abluciones rituales.

Iglesia de Montesión (Monte Sión) en Palma de Mallorca
La sinagoga más grande se convirtió en la Iglesia de Montesión (Monte Sión) en Palma de Mallorca (Drozi Yarka, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons).

Situado en el sótano de un edificio del siglo XIV este espacio sagrado nos permite comprender la importancia que la purificación espiritual y corporal tenía para esta comunidad un testimonio arquitectónico único en el Mediterráneo occidental que sorprende por su excelente estado de conservación y por la belleza de sus bóvedas de piedra.

El estigma de los chuetas

La historia de la judería de Palma no estaría completa sin mencionar a los xuetas o chuetas, los descendientes de judíos conversos que tras la expulsión decretada por los Reyes Católicos en 1492 decidieron bautizarse para permanecer en la isla. Aunque oficialmente abrazaron el cristianismo, muchos de ellos mantuvieron en secreto sus tradiciones y costumbres judías creando una identidad cultural única que ha perdurado hasta nuestros días.

Curiosamente estos plateros xuetas desarrollaron un estilo propio en la joyería mallorquina incorporando sutilmente elementos de la iconografía judía en diseños aparentemente cristianos una forma ingeniosa de preservar su identidad mientras se protegían de la persecución religiosa.

Actualmente hay estos apellidos chuetas reconocidos: Aguiló, Bonnín, Cortés, Forteza, Fuster, Martí, Miró, Picó, Piña o Pinya, Pomar, Segura, Valls, Valentí, Valleriola y Tarongí.

El judío de los mapas y las brújulas

No podemos hablar de la judería sin mencionar la gastronomía, un aspecto cultural que ha dejado una huella indeleble en la cocina tradicional mallorquina, platos como el pa amb oli -las empanadas de verdura- o los pasteles de almendra tienen claras influencias sefardíes adaptadas a los productos locales y las restricciones alimentarias impuestas por la ley kosher.

Un capítulo fascinante, aunque trágico de la historia de la judería mallorquina, se desarrolló en torno a la figura de Jafudà Cresques, cartógrafo y cosmógrafo judío que dirigió la famosa Escuela Cartográfica Mallorquina. Sus mapas y portulanos fueron codiciados por todas las potencias marítimas de la época, ya que estos documentos representaban el conocimiento más avanzado sobre geografía y navegación.

"Atles Català" de Jafudà Cresques
Imagen parcial del «Atles Català» atribuído a Jafudà Cresques.

Al atardecer, cuando los últimos rayos de sol tiñen de dorado las fachadas ocres de las casas del Call, es el momento perfecto para detenerse en alguna de las pequeñas plazas del barrio y dejarse envolver por esa atmósfera mágica que solo se puede percibir cuando la mayoría de turistas ya han abandonado las calles.

Es entonces cuando los rincones de la judería revelan sus secretos más íntimos e imaginar cómo era la vida cotidiana en este enclave. Cuando el sonido del shofar anunciaba el inicio del Shabat, invitando a las familias a recogerse en sus hogares para celebrar el día sagrado.

Huellas de fe: paseando por los Barrios Armenio y Judío de Jerusalén

Jerusalén, la Ciudad Santa, un crisol de culturas y religiones, despliega su rica historia entre las murallas de su casco antiguo. Cuatro barrios distintos, como capítulos de un libro milenario, conforman este laberinto de piedra y fe: el Cristiano, el Musulmán, el Armenio y el Judío. Cada uno con su propia atmósfera, su propia historia, su propia alma.

En este artículo nos centraremos en dos de estos barrios, dos mundos que, aunque vecinos, ofrecen experiencias profundamente contrastantes: el Barrio Armenio y el Barrio Judío. Nos adentraremos en sus callejuelas, exploraremos sus lugares sagrados y escucharemos las historias que sus piedras susurran.

Un oasis de serenidad

Entre murallas de piedra y callejuelas laberínticas palpita una historia milenaria, un legado de fe, resiliencia y tradición que nos transporta a un mundo aparte.

Tras cruzar la Puerta de Sión dejamos atrás el bullicio del mercado y nos adentramos en un laberinto de callejuelas empedradas. El aire se vuelve más tranquilo, más sereno. Los sonidos del exterior se atenúan, reemplazados por el murmullo de voces en armenio, el suave repique de campanas y el eco de pasos sobre la piedra antigua.

El Barrio Armenio, aunque pequeño en extensión, es el más antiguo de los cuatro barrios de la Ciudad Vieja. Su historia se remonta al siglo IV, cuando Armenia, la primera nación en adoptar el cristianismo como religión oficial, estableció una presencia permanente en Tierra Santa. Desde entonces, los armenios han sido guardianes de los lugares sagrados, testigos de la historia y custodios de su propia identidad.

Nuestra primera parada es el Monasterio de Santiago, el corazón espiritual del barrio. Este complejo, que data del siglo XII, es un laberinto de patios, capillas y salas ornamentadas, un testimonio de la rica tradición artística y religiosa armenia. Al entrar, nos encontramos con el Patriarcado Armenio de Jerusalén, una institución que ha desempeñado un papel crucial en la preservación de la presencia armenia en Tierra Santa.

El Museo Armenio, ubicado dentro del monasterio, nos ofrece una visión más amplia de la historia y la cultura armenia. Aquí, encontramos artefactos religiosos, trajes tradicionales, herramientas antiguas y documentos históricos que nos permiten comprender mejor la vida y las costumbres de la comunidad.

Caminando por las callejuelas, nos encontramos con la Biblioteca del Patriarcado Armenio, un tesoro de manuscritos antiguos, algunos de ellos iluminados con miniaturas exquisitas. Estos libros son un testimonio de la rica herencia cultural de la comunidad. Otra parada obligatoria es la imprenta armenia, una de las más antiguas de Jerusalén. Aquí, se imprimen libros, periódicos y otros materiales en armenio, preservando el idioma y la cultura de la comunidad.

Calles que susurran historias milenarias

Unos pocos pasos más y el murmullo armenio se desvanece, es reemplazado por el vibrante eco del barrio judío. Aquí, la historia palpita con una intensidad diferente, una mezcla de antigüedad y renovación.

El Barrio Judío, reconstruido en gran parte después de la Guerra de los Seis Días en 1967, es un mosaico de sinagogas antiguas, yeshivas (escuelas rabínicas) y casas modernas. A diferencia del Barrio Armenio, que conserva un aire de tranquilidad y aislamiento, este barrio bulle con vida propia, en donde peregrinos, estudiantes y residentes se mezclan en sus estrechas calles.

Nuestro primer destino es el Cardo, una antigua calle romana que atravesaba Jerusalén en la época bizantina. Excavada y restaurada, el Cardo ofrece una visión fascinante del pasado romano de la ciudad. Sus columnas de piedra, sus tiendas de época y sus mosaicos nos transportan a un tiempo en que Jerusalén era un centro comercial y cultural importante.

Caminando por el Cardo, llegamos a la Sinagoga Hurva, un símbolo de la resiliencia judía. Originalmente construida en el siglo XVIII, fue destruida y reconstruida varias veces a lo largo de su historia. La sinagoga actual, con su imponente cúpula y su diseño moderno, es un testimonio de la determinación de la comunidad judía de preservar su legado.

A pocos pasos encontramos la Sinagoga de los Cuatro Sefardíes, un lugar de oración íntimo y acogedor, que conserva el estilo y las tradiciones de los judíos sefardíes, descendientes de los judíos expulsados de España en 1492.

El barrio judío también es hogar de la Yeshiva Porat Yosef, una de las más importantes instituciones de estudio de la Torá en Jerusalén. El sonido del estudio, el murmullo de las voces que debaten los textos sagrados, llena el aire, creando una atmósfera de intensa actividad intelectual.

Continuando nuestro recorrido, llegamos al Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del judaísmo. Aquí, miles de personas se congregan cada día para orar, para dejar sus peticiones escritas entre las grietas de las piedras antiguas. El Muro, un vestigio del segundo templo, es un símbolo de la conexión eterna entre el pueblo judío y Jerusalén.

La atmósfera en el Muro es palpable, una mezcla de devoción, esperanza y tristeza. Los peregrinos, de todas las edades y orígenes, se acercan al Muro con reverencia, tocando las piedras, rezando en silencio. Es un lugar de encuentro con la historia, con la fe, con la propia identidad.

Dejando el Muro, nos adentramos en las callejuelas residenciales del barrio. Aquí, encontramos casas antiguas restauradas, patios llenos de flores y familias que disfrutan de la vida cotidiana. El Barrio Judío no es solo un lugar de peregrinación; es un hogar, un lugar donde la tradición y la modernidad se entrelazan. Es un lugar que nos invita a reflexionar sobre la historia, la fe y la identidad.

El barrio donde la tradición judía se codea con el hipsterismo moderno

¿Williamsburg? ¡Ay, Dios!

Bienvenidos a Williamsburg, Brooklyn, donde los hasídicos y los hipsters han encontrado una manera peculiar de compartir las aceras.

Si alguna vez te has preguntado cómo se ve la convivencia entre hombres con sombreros negros de fieltro y jóvenes con gorros de lana artesanales, has venido al lugar correcto.

Williamsburg no siempre fue el epicentro de la barba facial artística y los cafés de especialidad. Todo comenzó en los años 40 y 50 cuando los supervivientes de la shoah, particularmente los seguidores del Rabino Joel Teitelbaum, fundador de la dinastía Satmar, establecieron aquí su nuevo hogar.

Recreémonos por un momento en la escena: un grupo de judíos hasídicos llegando a lo que entonces era un barrio industrial en decadencia, decididos a reconstruir el mundo que habían perdido en Europa.

La división invisible

Williamsburg está dividido en dos mundos que coexisten como el bagel y el lox: perfectamente complementarios pero distintos. Al sur de Division Avenue -el nombre es bastante literal- encontramos la comunidad hasídica, mientras que al norte está el reino de los hipsters. Es como si alguien hubiera dibujado una línea y dijera: “aquí los sombreros negros, allá los gorros de lana”.

Los Satmar son uno de los grupos hasídicos más grandes del mundo y han convertido South Williamsburg en su Jerusalén particular.

Hasidic Jewish Men, Williamsburg, Brooklyn

Algunas curiosidades que probablemente no sabías:

  • Las pelucas que usan las mujeres casadas (sheitel) pueden costar miles de dólares
  • Los edificios tienen “balcones de Sucot” -especiales para celebrar la festividad de Sucot-, que parecen invernaderos en miniatura.
  • Tienen su propia patrulla de seguridad llamada «Shomrim» (guardianes).

Cada viernes al atardecer algo mágico ocurre en South Williamsburg: las tiendas cierran, los teléfonos se apagan, y las calles se llenan del sonido de familias caminando hacia la sinagoga. Los temporizadores automáticos (relojes Shabat) se encargan de las luces, y sí, hay ascensores que se desconectan en cada piso automáticamente (elevadores Shabat). Es como si alguien pusiera el barrio en modo avión.

Sukkot

La comida kosher en Williamsburg es una experiencia en sí misma. El restaurante Gottlieb’s ha estado sirviendo delicatessen kosher desde 1962 y su cholent (guiso de Shabat) tiene tantos fans como el concierto de Taylor Swift.

Las panaderías kosher producen jalá (pan trenzado) que haría llorar al gourmet más exigente; también existe algo llamado “comida kosher hípster”, porque incluso el tofu orgánico necesita certificación rabínica.

Los hipsters llegan al barrio

En los años 90, cuando los artistas comenzaron a mudarse al norte de Williamsburg, nadie imaginaba que crearían uno de los barrios más trendy del mundo. La coexistencia entre hasídicos e hipsters ha producido algunas situaciones curiosas: tiendas de bicicletas vintage junto a tiendas de pelucas kosher, cervecerías artesanales al lado de panaderías de jalá, food trucks gourmet compartiendo calle con restaurantes glatt kosher o grafitis artísticos junto a carteles en yiddish.

Williamsburg hipsters

Y es que mientras los niños hipster aprenden sobre agricultura orgánica en escuelas Montessori, los niños hasídicos estudian en yeshivas tradicionales. Las escuelas hasídicas (jeder para niños y beis yaakov para niñas) mantienen viva una tradición educativa milenaria. Y sí, probablemente, son los únicos niños en Brooklyn que no están pegados todo el día a un iPad.

A pesar de las diferencias evidentes, hasídicos e hipsters comparten más de lo que parece: ambos grupos son muy particulares sobre su vestimenta, los dos valoran la autenticidad y la tradición, lucen barbas impresionantes por razones muy distintas y los dos grupos son expertos en gentrificar (aunque los hasídicos lo llevan haciendo desde antes que fuera cool).

En definitiva, Williamsburg es la prueba viviente de que la diversidad funciona, incluso cuando parece improbable. Si visitas este barrio recuerda que estás presenciando uno de los experimentos sociales más fascinantes de Nueva York. Y puedes tomar fotos, pero sé respetuoso: nadie quiere ser tratado como una exhibición de museo, ya sea que lleves un streimel (sombrero de piel hasídico) o unos auriculares vintage.

El Trastévere: el barrio que Roma no pudo domesticar

Bienvenidos al Trastévere o, como yo prefiero llamarlo, “el barrio que los antiguos romanos miraban por encima del hombro”.  Su nombre viene del latín “trans Tiberim” que significa “más allá del Tíber”, y ya ese nombre nos dice mucho: era el barrio de los “otros”, los que vivían al otro lado del río. Básicamente, era el Brooklyn de la Roma antigua, pero con más gatos y menos hipsters.

Vista Panorámica del Ponte Sisto, en Roma, Italia
Vista Panorámica del Ponte Sisto, en Roma, Italia (Daria Agafonova, Pexels).

Cuando ser “del otro lado” era literal

En la antigua Roma, el Trastévere era el barrio de los extranjeros, los trabajadores y, sobre todo, de los judíos. Imaginen la ironía: los romanos construyeron un imperio enorme, pero mantenían a los extranjeros “al otro lado del río”, como quien mantiene las visitas incómodas en el trastero. Sin embargo, esta segregación inicial acabó creando uno de los barrios más vibrantes y auténticos de Roma.

El trazado de las calles del Trastévere parece haber sido diseñado por alguien que había bebido demasiado vino. Las callejuelas se retuercen y giran sin ningún sentido aparente, creando un laberinto que ha hecho perder el norte a más de un turista confiado. Pero hay una explicación: estas calles crecieron orgánicamente durante siglos, sin planificación urbana.

Una de las características calles del Trastévere, Roma.
Una de las características calles del Trastévere, Roma (Pixabay).

Por todo el barrio encontraremos unas fuentes de agua llamadas “nasoni” (narizones), llamadas así por su forma de nariz. El agua que sale de estas fuentes es potable y procede directamente de los acueductos romanos.

Pero si hay algo que caracteriza a las calles del Trastévere son sus gatos. Estos felinos son los auténticos aristócratas del barrio, paseándose por las ruinas romanas como si fueran sus sofás personales. De hecho, en Roma los gatos están protegidos por ley como “patrimonio biocultural” de la ciudad.

Gato de Trastévere, Roma.
Gato de Trastévere, Roma (Pexels).

La donna sigue siendo la protagonista de las trattorias

La Basílica de Santa María en Trastévere es la iglesia más antigua dedicada a la Virgen María en Roma. Según la leyenda, en el lugar donde hoy se encuentra la iglesia brotó una fuente de aceite el día que nació Jesús. Los romanos, que nunca desperdiciaban una buena historia, construyeron aquí una de sus iglesias más importantes.

El mercado de Porta Portese es una institución del Trastévere. Cada domingo, las calles se llenan de puestos donde puedes encontrar de todo: desde antigüedades auténticas hasta “antigüedades” fabricadas la semana pasada en China. El regateo aquí es un deporte olímpico, y los vendedores son medallistas de oro en el arte de convencerte de que necesitas esa lámpara de lava con la cara de Julio César.

Basílica de Santa María en Trastévere, Roma
Basílica de Santa María en Trastévere, Roma (Diego Delso, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons).

Los restaurantes del Trastévere son famosos por mantener vivas las recetas tradicionales romanas. Aquí encontrarás la auténtica pasta alla carbonara (y no, no lleva nata, ni siquiera lo sugieras) y el cacio e pepe que te hace llorar de felicidad. Cada restaurante familiar tiene su propia “nonna” en la cocina, custodiando recetas que han pasado de generación en generación como si fueran secretos de estado.

Las ventanas: el facebook del siglo XVI

Las ventanas del Trastévere son como las redes sociales de la época pre-internet. Cada una cuenta una historia: la ropa tendida, las plantas en los balcones, las conversaciones a gritos entre vecinas. Es el twitter medieval, pero con más ropa interior al viento y menos trolls.

En los últimos años el Trastévere se ha convertido en el hogar de numerosos artistas callejeros. Las paredes están decoradas con grafitis que van desde obras maestras dignas de un museo hasta garabatos que harían llorar al mismísimo Miguel Ángel.

Grafiti en una calle del Trastévere, Roma, Italia.
Grafiti en una calle del Trastévere, Roma (Djedj, Pixabay).

Pero como todo barrio “auténtico” que se precie, el Trastévere está experimentando su propia batalla con la gentrificación. Los bares de zumos y las tiendas de ropa vintage están reemplazando gradualmente a las trattorias familiares y las tiendas de ultramarinos. Es la eterna lucha entre lo nuevo y lo viejo, aunque en Roma, “nuevo” significa cualquier cosa posterior al Imperio Romano.

Un último consejo, si te pierdes en el Trastévere -y te perderás- sigue a los gatos. Ellos conocen el barrio mejor que cualquier GPS y, además, tienen más de dos mil años de experiencia navegando por estas calles. Y, si todo falla, siéntate en una plaza, pide un vino, y recuerda que perderse en Roma nunca es perderse realmente.

Descubriendo los secretos de Alcalá de Henares, la Atenas española

Fundada en 1499 por el Cardenal Cisneros, la Universidad de Alcalá fue una de las primeras y más importantes de Europa. Surgió como un proyecto común entre los Reyes Católicos, el papa Alejandro VI, y el cardenal, que en aquellos tiempos era titular de la Mitra Toledana.

Su prestigio atrajo a estudiantes y profesores de toda España y más allá, convirtiéndola en un centro de conocimiento y debate intelectual. Al igual que Atenas había sido la cuna de la filosofía y la cultura en la Antigua Grecia, Alcalá de Henares, gracias a su universidad, jugó un papel similar en la Monarquía Hispánica.

Las cadenas que se encuentran, todavía a día de hoy, en la puerta de la universidad son el símbolo de su autonomía, ya que delimitaban un espacio que poseía jurisdicción propia. Hay que tener en cuenta que durante el Siglo de Oro las diferentes ciudades que configuraban la Península Ibérica no tenían un mismo ordenamiento jurídico.

Las primeras mirillas

El eje de la vida pública y comercial de la ciudad es la Calle Mayor, conocida en la Edad Media como calle Mayor de la judería. El viajero atento y advertido podrá descubrir en el techo de sus soportales pequeñas aberturas que tienen una historia y una función muy interesantes. Se las conoce como mirillas y eran un ingenioso sistema utilizado en el pasado.

Hay que tener en cuenta que en el medioevo los judíos tenían la tienda en la planta baja y la vivienda en la planta alta. Cuando alguien llamaba a su puerta, puesto que no existían timbres ni videoporteros, para evitar tener que bajar las escaleras podían simplemente asomarse a través de estas mirillas. Así, podían ver quién era la persona que llamaba y decidir si abrir la puerta o no. A día de hoy es posible ver estas mirillas en los números 13, 17, 32 y 37 de la Calle Mayor, y también en la plaza Cervantes, en los números 21, 29 y 32.

San Ignacio de Loyola, cocinero antes que fraile

En la Calle Mayor se encuentra situada la casa natal del autor de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. En su interior es posible visitar algunas estancias, distribuidas en dos pisos. Una de ellas –la botica- era el lugar en el que trabajaba Rodrigo Cervantes, el padre del escritor, que era zurujano, una profesión que se encontraba a caballo entre el médico y el barbero-sangrador.

En la botica es posible contemplar el sillón de madera de cirujano sangrador, la bacía de barbero, una alacena de estilo mudéjar con albarelos, un almirez de bronce y varios adminículos quirúrgicos de la época.

Contigua a esta casa se encuentra el Hospital de Antezana, el solar que antaño fue la Casa-Palacio de don Luis de Antezana y doña Isabel de Guzmán. Un centro que, muy posiblemente, sea el hospital más antiguo de Europa Occidental con funcionamiento ininterrumpido -540 años de historia- y que en la actualidad acoge a una residencia de la Tercera Edad. 

Hospital de Antezana, Alcalá de Henares
Hospital de Antezana, Alcalá de Henares (Richard Mortel from Riyadh, Saudi Arabia, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons).

A este hospital acudían los estudiantes de medicina del Siglo de Oro a realizar sus prácticas, siguiendo las ordenanzas que estableció el cardenal Cisneros. Al principio las prácticas se prolongaban durante un periodo de seis meses y luego se extendió a dos años.

El lugar, si cabe, tiene todavía mayor interés cuando el viajero curioso descubre que en los fogones de las cocinas trabajó durante algún tiempo san Ignacio de Loyola, haciendo verdaderas delicias culinarias para los enfermos que allí estaban ingresados.

La torre de Pisa madrileña

Para que una catedral adquiriese el título de Magistral era requisito sine qua non que el canónigo del templo hubiera sido catedrático de Teología o Filosofía. Pues bien, tan solo hay dos catedrales en el mundo que disfrutan de esta singularidad, la Colegiata de San Pedro en Lovaina (Bélgica) y la catedral de Alcalá de Henares.

Catedral Magistral de Alcalá de Henares.
Catedral Magistral de Alcalá de Henares (Santiago López-Pastor, Flickr).

Si nos fijamos con detalle en la bella torre de la Catedral-Magistral podemos observar que tiene una cierta inclinación, no es perpendicular al suelo. Esto se debe a un terremoto que sufrió la ciudad allá por 1689, un seísmo que derrumbó algunos muros y que hizo palidecer a más de un lugareño.

Si pasamos al interior de la catedral, en la zona de la girola se encuentra el sepulcro de Gregorio Fernández, canónigo y capellán a comienzos del siglo XVI. En torno a esta escultura surgió una tradición que afirmaba que toda chica casadera que se acercase a ella y le tocase la nariz a Gregorio Fernández encontraría novio en un breve plazo de tiempo.

Algunos nombres curiosos de pueblos madrileños: de Miraflores a Chinchón, pasando por Valdemanco

“La poesía no da ni para merendar”, sentenciaba Vicente Aleixandre cuando un periodista le preguntó si era posible comer de la creación literaria. Mientras el Nobel buscaba inspiración en la naturaleza de Miraflores de la Sierra, los pueblos madrileños guardaban en sus nombres historias milenarias. Y es que un viaje por sus topónimos es como sumergirse en un libro de aventuras, donde cada palabra esconde un relato fascinante.

Sin salir de Miraflores, en el siglo XIII este rincón serrano era conocido como Porquerizas, un nombre que evocaba la abundancia de jabalíes. Sin embargo, fue la reina Isabel de Borbón –la esposa de Felipe IV- quien, cautivada por su belleza, le regaló el nombre con el que hoy le conocemos al exclamar: “¡Mira, flores!”.

El Censo de Pecheros: contando habitantes y desvelando historias

Mucho tiempo antes, Carlos V, en su afán por conocer la riqueza y el potencial de sus dominios, había ordenado realizar un censo en nuestro país. Corría el año 1528. Las razones que llevaron al emperador a decretar este exhaustivo recuento fueron múltiples, desde las necesidades financieras hasta el conocimiento del territorio, pasando por la organización administrativa.

Y es que la creciente complejidad del Estado moderno y las constantes guerras en las que se vio envuelto exigían una mayor recaudación de impuestos. El censo permitía obtener información detallada sobre la población, la agricultura, la ganadería y la industria de cada localidad, lo que era fundamental para la toma de decisiones políticas y económicas. Además, con ello contribuía a mejorar la organización administrativa del reino, facilitando la gestión de los impuestos y la movilización de recursos en caso de necesidad.

El proyecto tardó casi ocho años en completarse y abarcó gran parte de la Corona de Castilla, las islas Canarias, el Reino de Granada y el Reino de Navarra. Con el Censo de los Pecheros la Administración dibujó una radiografía detallada de la población y de los recursos de gran parte de la península Ibérica del siglo XVI.

Los vecinos pecheros eran aquellos que tenía que pagar impuestos, quedando exentos de “pechar” la iglesia, la nobleza y los pobres, mientras que las viudas y los niños lo hacían a la mitad.

Por cierto, la palabra “pechero” nos remite al corazón, símbolo de valor y coraje (del latín cor, corazón). No en vano, aquellos que “sacan pecho” demuestran valentía y arrojo.

Topónimos curiosos: del chichón al manco

Con el paso del tiempo algunos de aquellos pueblos mudaron de nombre. Así, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid el municipio de Pesadilla se transformó en San Sebastián de los Reyes, Degollados en Robledo de Chabela y Perales y Corita, en Getafe.

¿La razón de estos cambios? A menudo, se buscaba un nombre más auspicioso o que hiciera referencia a algún acontecimiento histórico o característica geográfica del lugar.

De los 179 municipios que hay en la Comunidad de Madrid todavía hay algunos que guardan un origen evocador, que no pasa desapercibido al turista curioso.

Por ejemplo, Cenicientos alude al color ceniza de sus campos y rocas graníticas, El Molar hace referencia a la proximidad de cuatro cerros casi simétricos y que vistos desde cierta perspectiva asemejan a una muela; mientras que Chinchón debe su nombre a un cerro cercano que, por su forma redondeada, recuerda a un chichón.

Pero si hay un nombre que destaca por su singularidad es Valdemanco. La leyenda cuenta que un vecino de Bustarviejo, apodado “el Manco” por su discapacidad, y ante la imposibilidad de dedicarse a las labores labriegas y ganaderas, abrió una venta en un paraje cercano. Con el tiempo, este lugar se convirtió en un punto de encuentro para viajeros y comerciantes, y alrededor de él surgió el pueblo que hoy conocemos.

Albacete, donde la historia y la fábula se dan la mano

Albacete debe su nombre a una antigua ciudad árabe llamada Al-Basit, un término que puede ser traducido por llanura o llano, en clara alusión a su planicie geográfica.

Su escudo es un símbolo cargado de historia y misterio: sobre un fondo blanco -plata en términos heráldicos- se levantan tres torres almenadas coronadas por un murciélago. El significado exacto de cada elemento y la historia que se esconde detrás siguen siendo un enigma, algunos estudiosos han querido ver en el murciélago una metáfora de la oscuridad y lo desconocido.

Una de las calles más bonitas de España

La burguesía albaceteña que vivió entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial se enriqueció con la venta de trigo a uno y otro bando, lo cual le permitió disponer del suficiente poder adquisitivo como para monumentalizar la ciudad. Una de las calles que se construyeron en aquella época es la conocida como Pasaje de Lodares, en alusión al apellido de uno de los arquitectos que participó en el proyecto.

Esta calle, pasaje comercial y residencial, es una de las joyas arquitectónicas no solo de la ciudad, sino también de España. Un claro ejemplo de la arquitectura modernista capaz de conjugar los espacios con la luz natural.

Una de las entradas del Pasaje de Lodares, la de la calle Mayor, está presidida por un clavo mágico, un elemento en el que algunos han tratado de adivinar la presencia de la masonería y las fuerzas telúricas. Este clavo se encuentra situado en el suelo, junto a una de las columnatas de entrada, y su aspecto, aparentemente pulido, se debe a que sobre él los lugareños frotan sus pertenencias personales en busca de la buena suerte.

Los secretos de la catedral

a catedral de San Juan Bautista es de estilo neogótico y entre sus muros guarda algunos secretos que despiertan la curiosidad de los turistas avisados. Uno de ellos es la presencia de un hongo atómico en uno de los frescos. Algunos lo han interpretado como una advertencia ante los peligros de la ciencia y la tecnología, especialmente tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.

En los frescos de la catedral también es posible apreciar figuras de hombres ataviados con vestimentas que recuerdan a los científicos de épocas pasadas, algunos de los cuales portan instrumentos que aluden de forma directa a la investigación y al conocimiento. Su presencia en un espacio religioso es una forma de plantear interrogantes sobre la relación entre fe y razón.

Más adelante, al fondo de la catedral, en la zona del ábside, es posible descubrir la imagen de un demonio oculto labrado en el sitial del obispo, lo cual simboliza la lucha constante entre el bien y el mal. De alguna forma, el obispo, como representante de la Iglesia y autoridad moral, se enfrenta a las tentaciones y a las fuerzas oscuras que buscan corromperlo. El demonio recordaría a los fieles la humildad y la fragilidad humana.

Las cicatrices de la guerra

Albacete, una ciudad que hoy en día respira paz y tradición, guarda en su memoria colectiva una de las páginas más oscuras de su historia: los bombardeos de la Legión Cóndor. Aunque el paso del tiempo y la reconstrucción han borrado gran parte de las huellas físicas de estos ataques, aún es posible encontrar algunos vestigios que nos recuerdan este doloroso episodio de nuestra historia. Uno de esos lugares es la verja del Palacio Provincial, en donde todavía es posible observar los impactos de las metrallas que quedaron incrustadas.

Y ya que hablamos de la Alemania nazi. En una de las aceras próximas a la estación de ferrocarril es posible contemplar una stolpersteine, una piedra del tropiezo. Se trata de una pequeña placa de latón –del tamaño de un adoquín- que sirve para recordar a una de las víctimas de la barbarie. En este caso se recuerda la memoria de José Ocaña García que fue deportado al campo de concentración de Mauthausen.

La Bicha de Balazote

Imaginemos por un momento una criatura mitad toro, mitad humano y con una expresión casi enigmática. Esa es la Bicha de Balazote, una escultura íbera de hace más de 2.500 años. Fue encontrada en la localidad de Balazote, en la provincia de Albacete, y hoy en día es una de las piezas más valiosas del Museo Arqueológico Nacional de España.

La Bicha de Balazote representa al dios Aqueloo, divinidad de los ríos y la fertilidad en la mitología griega. Y es que los íberos, pueblo que habitó la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos, adoptaron y adaptaron muchas de las creencias y dioses de los griegos.

Una copia de la original se encuentra en la plaza de Altozano, a escasos metros de la oficina de turismo de Albacete, debajo de la cual se esconde un tesoro histórico: el refugio antiaéreo de Altozano. Un testimonio de un pasado convulso y un lugar que nos permite conectar con la historia de una manera muy tangible.

No muy lejos de allí, en los aledaños de la catedral también es posible admirar una copia de la Dama Oferente, una escultura femenina que representa una de las figuras más destacadas de la aristocracia ibérica. Su descubrimiento a mediados del siglo XIX supuso un hito en el estudio de esta antigua civilización.

Esta escultura destaca por su realismo y el cuidado en los detalles. Su rostro, con ojos grandes y párpados marcados, refleja una belleza serena y majestuosa. En sus manos porta un vaso en los que se colocaban sustancias con propiedades terapéuticas.

Dos ladrones en piedra

El edificio de la Fábrica de Harinas, situado en el Paseo de la Cuba, encierra una de las leyendas más conocidas de la ciudad. Se cuenta que dos ladrones entraron a robar grano y que cuando estaban a punto de huir un ángel se les apareció. Trataron de justificarse explicando que el hurto había sido fruto de la necesidad, por lo que el ángel se apiadó de ellos y decidió perdonarles su acción.

Uno de los ladrones decidió vender el botín y especular con él, mientras que el otro lo utilizó para sembrarlo y alimentar a su familia. Pero como todo tiene un final, al cabo de un tiempo decidieron regresar a la fábrica para cometer un segundo robo. Nuevamente el ángel les sorprendió, pero lejos de ser tan comprensivo como la primera vez, los convirtió en dos grandes leones, los cuales, con un rostro humanoide, todavía pueden ser contemplados.

El ladrón que utilizó el grano para alimentar a su familia mira hacia el este, para que cada día pueda ver la salida del sol, mientras que el otro, el que especuló con el robo mira hacia el oeste, privado de esa maravilla de la naturaleza.