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El plan de EE.UU. para transportar y almacenar dióxido de carbono bajo tierra

Capturar las emisiones de carbono directamente del aire para luego almacenarlas está lejos de ser viable, pero sí es factible hacerlo con el dióxido de carbono en las mismas refinerías y plantas de energía. De hecho, es algo que ya se ha probado con éxito.

El dióxido de carbono resultante de la combustión o del refinado del combustible se almacena en forma de líquido para su transporte. Después, con la finalidad de mantenerlo alejado de la atmósfera, se procede a inyectarlo en pozos petrolíferos ya gastados, o en acuíferos salinos que se encuentran a bastante profundidad.

Actualmente, con este procedimiento llegan a almacenarse cada año unos 30 millones de toneladas métricas. Sin embargo, esta cifra tendría que alcanzar los 1.000 millones de toneladas anuales para compensar los efectos adversos del cambio climático, según las estimaciones de los científicos.

Se trata de un reto importante, pero la industria petrolífera ha demostrado su apoyo. Hace dos años, diez de las principales petroleras a nivel mundial anunciaron la creación de un fondo de mil millones de dólares para mejorar la tecnología para la captura y almacenamiento de las emisiones de carbono.

Adecuar la infraestructura

Tras realizar un estudio, dos investigadores de la Universidad de Princeton han llegado a la conclusión de que crear una infraestructura adecuada podría ser un punto clave para solucionar el problema. Los resultados de la investigación se han publicado recientemente en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

La construcción de un gasoducto que facilitara el transporte de millones de toneladas de las emisiones de carbono desde sus lugares de producción hasta posibles destinos donde pudieran reutilizarse y, por último, almacenarse, sería una ayuda muy importante para combatir el cambio climático.

Según el estudio, con una financiación procedente del gobierno y del sector industrial, sería posible la construcción de un gasoducto por unos 6.000 millones que conectara las refinerías del oeste de Estado Unidos con los depósitos de dióxido de carbono situados en Texas.

Además, con los incentivos fiscales aprobados en el país en febrero de este año para capturar y almacenar dióxido de carbono, incluso podría convertirse en un negocio lucrativo, al mismo tiempo que beneficiaría al medio ambiente.

Actualmente se manejas varias técnicas para el control del dióxido de carbono que emitimos a la atmósfera: el nitrógeno de los lechos rocosos, la creación de bosques mixtos, y ahora el transporte y depósito bajo tierra. Aunque lo ideal no es solo gestionar mejor las emisiones, sino reducir al mínimo su producción, estos métodos podrían darnos unos años para ponernos al día con el medio ambiente.

Ya solo falta que las personas al mando sepan ver lo que nos jugamos actuando tarde en un asunto tan grave como este.

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