John Fornander, Unsplash.
Es innegable, la sostenibilidad ya no es opcional, es una necesidad del presente. Hay un dato que lo refleja bien: Fotocasa y Solvia descubrieron que más de la mitad de españoles dispuestos a comprar vivienda pagarían un poco más si esa casa fuera sostenible.
Pero hay un problema: apenas el 18% la exige de verdad. Esto demuestra que, aunque hablamos mucho de lo «verde», cuando llega el momento de decidir, la mayoría no sabe cómo reconocerlo.
El problema no es solo la intención. Información hay de sobra, pero eso no significa que sea clara. Y casas sostenibles en el mercado, pocas. Muchas veces parece misión imposible dar con algo verdaderamente ecológico, como si buscaras algo minúsculo en medio de un desorden enorme. Lo importante aquí es saber de verdad qué hace que una casa sea sostenible.
Cuando lo entiendes, todo cambia: gana el comprador, gana el planeta. Y no va solo de ahorrar luz; va de que tu forma de vivir refleje lo que realmente te importa.
Por eso, proyectos promovidos por Quorania están logrando que las personas descubran opciones reales y accesibles para vivir de forma responsable, desde la planificación hasta la ejecución. Incluso en zonas como el Maresme, donde la obra nueva en el Maresme integra eficiencia energética, materiales responsables y diseño pensado para reducir el impacto ambiental.
Elegir una vivienda sostenible no es solo un gesto bonito. También es una decisión que impacta en el bolsillo. Casas bien diseñadas consumen menos energía y agua, lo que se traduce en facturas más ligeras al final del mes.
Y sí, existen ayudas e incentivos fiscales que reducen los costes de rehabilitación o construcción eficiente, así que la inversión inicial se puede compensar a medio plazo.
En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, la normativa evalúa la eficiencia energética de las viviendas considerando climatización, electricidad y agua. No es algo menor: una vivienda que cumpla estos estándares marca la diferencia a largo plazo.
El parque de viviendas español carga con décadas encima. Casi la mitad de las casas de este país se construyeron antes de los años ochenta, y muchísimas necesitan una reforma.
Pero reformar estas casas no va solo de consumir menos energía: mejora cómo vive la gente dentro de ellas. Es un reto enorme, pero cada paso cuenta. Y cada vivienda rehabilitada es un granito de arena que suma.
Algunos proyectos marcan el camino. Jardins de Can Matas, en Tiana, desarrollado por Quorania, es un buen ejemplo. Combina diseño, confort y soluciones sostenibles que minimizan el impacto ambiental.
No se trata solo de “tener una etiqueta verde”; son detalles reales: aislamiento eficiente, gestión del agua y un uso responsable de materiales.
Proyectos así muestran que vivir responsablemente no significa renunciar a la comodidad. Más bien al contrario: se puede disfrutar de un hogar bonito y eficiente al mismo tiempo.
Al final, elegir una vivienda sostenible no es solo un asunto de construcción o diseño. Es un acto que refleja valores. Optar por un hogar que cuida el planeta es un pequeño gesto que suma en la lucha contra el cambio climático.
Cada vez más personas están mirando con lupa la sostenibilidad. Y el mercado, tarde o temprano, tendrá que adaptarse. La buena noticia es que ya hay opciones disponibles para quienes quieren que su hogar refleje sus principios.