Cultura

Las criaturas de Delibes

Hace ahora cien años nació en Valladolid un niño al que bautizaron como Miguel Delibes, y noventa años después, sin previo aviso, dejó huérfanos a miles de lectores con el Pisuerga como telón de fondo. Como él llegó a decir de sí mismo en cierta ocasión: “soy como un árbol, que crece donde le plantan”.

El secreto del buen escritor consiste en saber robustecer el cordón umbilical que le une a cada uno de sus personajes, a esos fragmentos que configuran, en definitiva, el cuerpo y el alma de un novelista. Tal y como Delibes afirmó cuando recibió el Premio Cervantes: “… ellos son, pues, en buena parte, mi biografía”.

Tres amigos inolvidables

¿Cómo poder olvidar a Menchu, la protagonista de “Cinco horas con Mario”? Ese soliloquio frente al cadáver de su marido difunto, en el que analiza de forma meridiana las carencias afectivas y las contradicciones que han protagonizado sus años en pareja.

Es imposible castigar al rincón de los olvidados a ese trio formado por Daniel “el mochuelo”, Roque “el moñigo” y Germán “el tiñoso”, los protagonistas de “El camino”. Aunque pueda parecer increíble esta novela la escribió en apenas tres semanas y en ella dejó sentadas, para siempre, las bases de su microuniverso literario.

¿Quién no recuerda al Señor Cayo, el adusto campesino casado con una mujer sordomuda y que no se habla con el otro vecino que habita en el pueblo?

Con el discurso reposado y sabio del que ha visto atardecer muchas veces aferrado todavía a sus aperos de labranza, pondrá entre las cuerdas a un irreflexivo político. Será él quien enseñe a Víctor que la flor de sauco “sirve para curar los resfriados y que es un excelente sudorífico”. El eterno contraste entre la España abandonada y la urbanita.

Más cinematográfico, si cabe, fue Azarías, el personaje de “Los santos inocentes”, que sería llevado a la gran pantalla por el genial Francisco Rabal. Su discapacidad mental y su conducta tan primaria han dejado una impronta imborrable en nuestros surcos neuronales.

Es indestructible, a pesar del paso del tiempo pasado, esa espantosa escena en la que Azarías asesina al señorito Iván porque ha dado muerte a su milana…

La perrita Fa

Nini y el Ratero tenían una perra, a la que bautizaron como Fa. Al parecer le pusieron ese nombre tan corto para que el padre de Nini la pudiera llamar sin dificultades, ya que se su dicción era tan limitada que apenas podía intercalar cuatro palabras seguidas… Tres personajes inmortales de la novela “Las ratas”.

La hoja roja recuerda al fumador que su librillo de papel toca su fin. Para don Eloy, tras medio siglo trabajando en el Departamento de Sanidad, su hoja roja es la jubilación. A partir de ese momento se abre una nueva etapa en su biografía que estará marcada por la soledad. Su único escudero, su principal valedor, será una veinteañera –la Desi– cuyo único objetivo en la vida es casarse con un mozo de su pueblo, el Picaza.

La hoja roja” tiene tintes de amargura, una metáfora de la antesala de la muerte, esa destartalada estación en la que el viajero espera con entereza el tren que le llevará en su último viaje.

El príncipe que perdió el trono

Delibes supo captar como nadie la psicología infantil, ese momento en la vida de Quico –un niño que está a punto de cumplir los cuatro años– que es desplazado por el nacimiento de Cristina, su hermanita pequeña. De la noche a la mañana Quico es postergado a un segundo plano convirtiéndose en “El príncipe destronado”.

Cierto día Cecilio Rubes, un burgués –propietario de un próspero establecimiento de venta de bañeras– cuarentón y materialista, entiende que ha llegado el momento de buscar un heredero. El producto de ese deseo genésico se materializa en Sisí –su idolatrado hijo– que será educado con una sola coordenada: “la búsqueda de la felicidad”.

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