Cultura

En Alcoy sí fue posible

Este artículo pretende, únicamente, ser historia. En él no habrá dogmatismo y quien no se sienta capacitado para dejar a un lado su ideología, y poder centrarse en la historia, le recomiendo que se abstenga de comentar, e incluso de seguir con su lectura.

Nos situamos en la industrial Alcoy en agosto de 1936. Desde antes del 18 de julio, los talleres metalúrgicos habían entrado en crisis, por lo que era preciso encontrar soluciones, puesto que estos talleres centraban su actividad, fundamentalmente a la maquinaria que producía aceite y vino, y la demanda había caído a causa de la guerra.

Se nombró una comisión que se reunió con los empresarios en el taller de Rodes Hermanos el 17 de agosto, en ella se nombró una Ponencia Patronal, la cual propuso unificar la gestión de los talleres y transformarlos para producir material de guerra. Aprobada la propuesta, la comisión y la ponencia la elevaron al Ministerio de Guerra, que envió a un técnico para supervisar la necesaria transformación.

El 31 de agosto firmaron el Acta de Socialización casi todos los patronos y el Sindicato, dándose a conocer la misma y el plan de organización, en una asamblea general del metal celebrada el 3 de septiembre.

El consejo directivo de las IMAS estuvo compuesto por 11 consejeros nombrados en la correspondiente asamblea el 7 de septiembre. El 14 de ese mismo mes se sumaron a la socialización casi todos los talleres que no lo habían hecho el 31 de agosto.

La gestión de la IMAS recayó, durante toda la guerra, en el sindicato, con escasas intervenciones de la Comisión de Armamento. La gestión de los sindicatos de la Federación Local de la CNT en Alcoy representó el triunfo del sistema socialista sobre el capitalista. La autogestión confederal de Alcoy contó con la oposición de los partidarios de nacionalizar las fábricas, sobre todo de armamento.

A finales de febrero de 1938 se creó un sindicato metalúrgico de UGT, contrario a los planteamientos de la CNT, y el Servicio de Información Militar, dominado por comunistas, mantuvo bajo vigilancia a las IMAS, para evitar sabotajes.

Terminada la guerra, las Comisiones de Incorporación Industrial y Mercantil neutralizaron el proceso revolucionario. Alcoy estaba en la Comisión número 3, que se encargó de la de socialización de la industria y de que las antiguas fábricas volvieran a sus anteriores dueños, al tiempo que depuraban a los elementos republicanos.

La utopía había terminado.

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