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El Nigromante: “Los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos”

Ignacio Ramírez Calzada (falleció en 1879, el 15 de junio, hace 141 años) utilizaba el seudónimo El Nigromante en la publicación periódica Don Simplicio, donde publicó artículos y versos satíricos en contra de los actos del clero y del gobierno mexicano.

Ignacio Ramírez fue encarcelado por hacer públicas sus ideas contrarias al sistema y porque llegaron a creer algunos católicos que utilizaba magia para saber lo futuro. Sabían que era ateo. Era del conocimiento público su expresión:

“No hay Dios; los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos.”

Y, además, el seudónimo El Nigromante que utilizó en sus colaboraciones, hizo que se aterraran los religiosos. Lo catalogaron como diabólico, que utilizaba magia negra, evocando a los muertos para cambiar eventos que modificaran el futuro.

El Nigromante tenía una visión distinta a la Iglesia con respecto a su seudónimo. Tenía el conocimiento de la nigromancia en el ámbito literario: Homero en la Odisea, donde Circe, una hechicera poderosa, hace viajar a Odiseo a Katabasis, el inframundo.

También conocía la nigromancia en la ficción, donde hechiceros mortales conocedores de artes prohibidas intentan escapar de la muerte, tal como sucede con los vampiros que tienen facultades nigrománticas.  

Y debido a esas lecturas escoge el seudónimo El Nigromante con la idea de escapar de la muerte, de un posible asesinato. En defensa propia escribió en uno de sus artículos:

“No venimos a hacer la guerra a la fe, sino a los abusos del clero. Nuestro deber como mexicanos no es destruir al principio religioso, sino los vicios de la Iglesia para que, emancipada la sociedad, camine.”

Ignacio Ramírez Calzada, El Nigromante, tuvo tanta influencia en la vida cultural de México que impactó en personalidades políticas y artísticas, como sucedió con Porfirio Díaz y el muralista Diego Rivera y en muchos otros. Porfirio Díaz lo llamó para fundar en 1867 El Correo de México.

Y en el caso del muralista Diego Rivera pinta el mural intitulado Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, en el restaurante Versailles del Hotel del Prado (que se dañó en el terremoto de 1985, en la Ciudad de México y, actualmente, ya restaurada, se encuentra en el Museo Mural Rivera) y en ese mural apareció Ignacio Ramírez sosteniendo un letrero que decía: “Dios no existe.”  Es tanto el escándalo que provoca que se oculta al público durante ocho o nueve años.

Para evitar que sea destruido en su totalidad, Diego Rivera elimina el letrero “Dios no existe” y está tan contrariado que afirma:

“Para decir que Dios no existe, no tengo que esconderme detrás de Ignacio Ramírez; soy ateo y considero la religión una forma de neurosis…”.

El pensamiento de Ignacio Ramírez, El Nigromante, influyó a muchas mentes y seguirá impactando a otras en el futuro, porque a través de su palabra escrita venció a la muerte, el olvido social.   

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