Sean Do, Unsplash.
De forma general, los entrenadores toman sus decisiones con una mezcla de conocimientos basados en la experiencia, algo de intuición y lo que veían en el campo durante las competiciones.
Hoy, en la mayoría de los deportes, esa imagen está cambiando a pasos agigantados. Los algoritmos han entrado al vestuario y transforman el concepto del deporte, convirtiéndose en parte fundamental del equipo. La inteligencia artificial está redefiniendo cómo se entrena, cómo se compite… y cómo se gana.
No hablamos solo de tecnología sofisticada, sino de herramientas concretas que ya están usando atletas y técnicos en su día a día.
Algunas de ellas son las cámaras que registran el movimiento corporal para detectar fallos posturales, los sensores que miden el esfuerzo en tiempo real o las apps que recomiendan cuándo descansar, aunque el deportista no crea que sea necesario y se sienta con energía.
Todo eso, cruzado con miles de datos previos, da lugar a decisiones con respaldo matemático, un concepto completamente nuevo.
Es común la creencia, en el mundo del deporte, de que cuanto más se entrena, mejor, más preparado se está.
Pero la IA ha empezado a poner esa creencia en tela de juicio, puesto que lo importante, dicen ahora los datos, no es cuánto entrenas, sino cómo, cuándo y con qué nivel de fatiga.
Hoy en día, un preparador físico puede saber si un jugador durmió mal, si está a punto de lesionarse o si su recuperación tras el último partido no fue la esperada.
Todo eso lo determina un software que cruza variables físicas, fisiológicas y de rendimiento. Incluso en las apuestas deportivas, la IA se está utilizando para generar pronósticos más precisos basados en el rendimiento y los datos históricos de los jugadores, lo que da una idea del nivel de detalle al que se está llegando gracias a esta tecnología.
El uso de la IA en el deporte se extiende y viene utilizándose desde hace algún tiempo. La presencia de inteligencia artificial en el Comité Olímpico Internacional es una realidad y no es simplemente anecdótico.
Ya en los Juegos de Tokio se usaron herramientas para analizar biomecánica en pruebas como el atletismo o el taekwondo.
La idea no era reemplazar al entrenador, sino ofrecerle datos objetivos para mejorar la técnica o prevenir errores.
En París 2024, todo apunta a una mayor presencia de estos sistemas, no solo para mejorar el rendimiento, sino también para prever escenarios médicos o logísticos.
Después del evento, muchos de esos datos se devuelven a federaciones nacionales, que los utilizan para preparar a sus deportistas de cara al futuro. Es un ciclo continuo donde el análisis alimenta la mejora.
Afortunadamente, muchos avances tecnológicos que nacen en el alto rendimiento terminan llegando al deporte amateur.
Es cuestión de tiempo y abaratamiento, aunque ya hay corredores populares que usan apps que corrigen su zancada, deportistas aficionados que entrenan en casa con relojes inteligentes capaces de sugerir ajustes según su ritmo cardiaco, y gimnasios donde una pantalla detecta si estás haciendo mal una sentadilla.
En resumen, lo que antes era exclusivo de unos pocos, hoy empieza a estar al alcance de casi cualquiera con un móvil y ganas de hacerlo bien.