Cultura

La conquista del Polo Sur: la aventura soñada

En 1911 tuvo lugar una apasionante carrera digna de formar parte de la historia. Y no hablamos de atletismo, automovilismo o ciclismo. A principios del siglo XX, la conquista del Polo Sur era uno de los grandes retos con el que soñaban los exploradores.

A finales de 1911, dos equipos de exploradores desafiaron al hielo, las bajas temperaturas y la nieve para alcanzar este objetivo. Pero llevaban trabajando desde 1909 para alcanzar semejante meta. Uno estaba capitaneado por el noruego Roald Amundsen, más organizado y equipado para la aventura. Y el otro, un equipo británico a las órdenes de Robert Scott, más centrado en los aspectos científicos de la empresa.

Esta competición se convertiría en una de las más dramáticas que había emprendido el hombre.

El 19 de octubre de 1911, podríamos decir que comienza la carrera, cuando el equipo de Amundsen parte de la base de Framheim. Unos días después lo haría el de Scott, el 1 de noviembre, partiendo de la base de Cabo Evans. Desde sendos campamentos base, en la barrera de hielo Ross, continuaron a pie por la capa de hielo del mar de Ross y los montes Transantárticos hasta la meseta de la Antártida y el polo geográfico, a 90º de latitud sur. Y desde el principio se notaron las diferencias, entre otras cuestiones por la elección de cada campamento base.

El equipo del noruego estaba compuesto de navegantes avezados, los cuatro hombres que acompañaron a Amundsen fueron elegidos en función de su experiencia en campos tan diversos como el manejo de perros, la conducción de trineos, esquí y la caza de ballenas.

El Fram, barco de expedición del Polo Sur de Roald Amundsen, navegando en aguas antárticas, diciembre de 1911.

Habituados a los rigores del clima noruego, estaban preparados para resistir a la nieve y al frio de la Antártida. Llegaron a su campamento base a bordo del Fram cedido por el explorador ártico Fridtjof Nansen, de lo más avanzado en buques polares.

Scott usó como medio de transporte perros siberianos y ponis manchúes, transportados hasta allí por el barco Terra Nova, que requerían muchos alimentos y atenciones además de trineos motorizados, lo que posteriormente se demostró sería un grave error.

El Terranova bloqueado por el hielo del Polo Sur, circa 1912.

Los trineos se estropearon y los caballos murieron de frío al congelárseles el sudor. Los huskies sudan por la nariz y su espeso pelaje les permite sobrevivir en los climas más fríos. Los hombres de Scott se vieron obligados a tirar de los trineos y este decidió ante tal inconveniente quedarse solo con cuatro hombres para llegar al final de la aventura mientras que el resto volvía al campamento base. Estos fueron: Wilson, Oates, Bowers y Evans.

El 14 de diciembre de 1911, después de atravesar más de 3.200 km de nieve y hielo, la expedición de Amundsen llega al Polo Sur con un tiempo soleado. Izaron la bandera noruega y descansaron unos días antes de volver al campamento base, después de 96 jornadas de viaje.

Oscar Wisting, Sverre Hassel, Helmer Hanssen y Roald Amundsen (de izquierda a derecha) en «Polheim», la tienda erigida en el Polo Sur el 16 de diciembre de 1911. (Olav Bjaaland).

Scott y sus acompañantes llegaron un mes después, el 17 de enero de 1912 y se encontraron con que sus rivales noruegos se les habían adelantado. Emprendieron el camino de vuelta, exhaustos, derrotados, con síntomas de congelación y faltos de provisiones, en unas condiciones lamentables.

Las fuertes ventiscas pusieron fin a sus calamidades antes de llegar. Todos perecieron en este tortuoso regreso y tres de ellos, Scott, Wilson y Bowers, lo hicieron a corta distancia de un depósito de comida. Cruel final.

Los miembros del equipo de Scott en el Polo Sur, el 18 de enero de 1912. De izquierda a derecha, de pie: Oates, Scott, Wilson; sentados: Bowers, Evans. (Henry Bowers).

Al final, la preparación de la expedición y la experiencia fueron claves para el desenlace de los acontecimientos. La anticipación en la salida, la gran experiencia previa en el uso de esquís y trineos tirados por 52 perros del equipo noruego fueron más relevantes y decisivos que el equipo mixto de perros y ponis elegido por Scott.

El equipo de especialistas, ya comentado, que acompañaba a Amundsen y el haber elegido la ruta más corta fueron también determinantes para que los noruegos alcanzaran primeros el gran objetivo.

Aunque con resultado final muy diferente, ambos, Amundsen y Scott han pasado a la historia como dos auténticos héroes. Protagonistas junto a sus compañeros de esta épica hazaña.

Como dice el científico y escritor Javier Cacho, autor del libro “Amundsen y Scott. Duelo en la Antártida” (Fórcola Ediciones):

Amundsen era un explorador muy avanzado a su tiempo; Scott, un oficial de la armada británica.

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