Cultura

Anónimo: uno de los autores más presentes en la literatura mundial

La literatura es un juego de identidades en donde «Anónimo» es uno de los autores más presentes.

En un mundo dominado por el personalismo más absoluto y los egos más intransigentes, donde los escritores se afanan por encontrar su hueco de visibilidad y sueñan con los laureles de la fama, resulta difícil pensar por qué un autor va a ocultar su identidad.

¿Qué razones han movido a escritores de todas las épocas a publicar una obra anónima? ¿A no dar pistas sobre su identidad y a rechazar pasar a los anales de la Historia de la Literatura?

Seguramente detrás de esa doblez –voluntaria o forzosa– se esgrimen las más variopintas explicaciones, desde evitar una persecución política o personal, hasta ocultar aspectos mencionados en la obra, el miedo a la crítica o, simplemente, una timidez hipertrofiada.

Desde los inicios de la literatura

La aparición de las primeras obras anónimas es connatural al nacimiento de la literatura. Nos tenemos que remontar hasta la «La epopeya de Gilgamesh«, un poema escrito con caracteres cuneiformes que utiliza como soporte la arcilla cocida y que tiene más de cuatro mil años de antigüedad.

Tablilla sobre el diluvio de la epopeya de Gilgamesh, escrita en acadio (Museo Británico).

La historia que en él se narra es fantástica: los ciudadanos de Uruk, hastiados por la autocracia a las que les somete el rey Gilgamesh piden ayuda a los dioses, la cual les va a llegar en la figura de Enkidu, un personaje que debe someter al rey. En contra de todo pronóstico, entre ellos se trabará una gran amistad, que les hará protagonizar las aventuras más disparatadas.

Sin duda alguna, más conocida es la historia de «Las mil y una noches«, una narración exquisita en la que se alternan narraciones picarescas, literaturas de viajes, novelas de caballería, fábulas de animales… ¿Quién no ha leído alguna vez Alí Babá y los cuarenta ladrones, Simbad el marino o Aladino y la lámpara maravillosa?

Anónimos peninsulares

La primera obra narrativa extensa de la literatura española en lengua romance es el «Cantar de Mío Cid«, un cantar épico compuesto alrededor del año 1200. A pesar de que hay sospechas más que fundadas sobre quién puede ser su autor, sigue figurando en el anaquel de libros anónimos. Este cantar se inicia con el destierro del Cid y en él se aborda el proceso de la recuperación de la honra perdida.

Primer folio del manuscrito del Cantar de mio Cid (Biblioteca Nacional de España).

Uno de los libros de cabecera de don Quijote –»Amadís_de_Gaula» (1508)– también es anónimo. Esta obra supuso el pistoletazo de salida de la literatura caballeresca, y en ella se presenta al lector temas como la bondad de las armas y la virtud suprema de la belleza femenina.

A pesar de que este libro fue uno de los grandes éxitos literarios del Siglo de Oro, en nuestro suelo patrio el anónimo más famoso y más leído es, sin duda, «La vida de lazarillo de Tormes» (1554).

Esta novela picaresca está escrita con un estilo epistolar y en primera persona, y en ella se realiza una crítica social sobre la hipocresía y los vicios que sazonaban la sociedad española del siglo XVI.

Un pequeño combate llevado a cabo por la retaguardia de las tropas de Carlomagno será el núcleo de una de las más perfectas epopeyas del ciclo carolingio: «El cantar de Roldán«. Un marco literario en el que se ensalza la lealtad, el honor y la valentía.

Portada de «Cantar de Roldán», Anónimo.

También anónimo es «El Romancero español«, un grupo de cortos poemas, de origen medieval, que se transmitieron de forma oral con mejor o peor fortuna durante siglos y que fueron recogidos de forma impresa por vez primera en el siglo XIX.

También los hay en la escritura nórdica

Las obras anónimas no son patrimonio exclusivo del área mediterránea, también las encontramos en otras latitudes. La «Edda poética» o «Edda mayor» es una colección de poemas escritos en nórdico antiguo que constituye la fuente más importante sobre mitología escandinava y leyendas heroicas germanas.

Tampoco conocemos el autor de «La búsqueda del Santo Grial«, una obra del ciclo de leyendas artúricas, en donde ciento cincuenta caballeros de la Mesa Redonda parten de Camelot dispuestos a desafiar todo tipo de contingencias con tal de recuperar el Santo Cáliz.

Portada de «La búsqueda del Santo Grial»

Otra de las grandes obras de la literatura universal es «Cantar de los nibelungos» (1204), una lectura que no deja indiferentes a los lectores que a ella se acercan. La fuerza de personajes como Sigfrido, Crimilda, Hagen de Troneja o Brunilda ha sido fuente de inspiración de artistas posteriores, como Richard Wagner o JR Tolkien.

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