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Funcionamiento de los medicamentos en nuestro organismo

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Escasean los casos de personas que nunca hayan tenido que consumir un medicamento a lo largo de su vida. Aunque la erradicación total de enfermedades es todavía un objetivo utópico, el mundo de la ciencia médica ha conseguido que con el paso de las décadas existan fármacos para un gran número de dolencias. Algunos como estos son utilizados con gran frecuencia ya que acusan a la población de manera cotidiana. Ya tengamos que consumirlos de manera puntual como si tenemos que realizar un tratamiento de media o larga duración, una vez que administra la dosis correspondiente, el paciente se olvida de ello. No obstante, ¿qué ocurre en nuestro organismo a partir de ese momento hasta que nos curamos?

Los medicamentos: ¿actúan siempre por igual?

Se consideran medicamentos todos aquellos productos indicados para paliar los síntomas relacionados con problemas funcionales que experimenta el ser humano. Sin embargo, a la hora de analizar su comportamiento, es importante tener en cuenta una serie de variables que explican, por ejemplo, por qué en algunos casos actúan con mayor rapidez que en otros; por qué en unos pacientes son más efectivos en otros, etc. De hecho, el reto farmacéutico pasa por lograr que toda la población pueda estar sana y sanarse cuando enferma.

Formatos diferentes para dolencias diferentes

Esta es otra característica de los medicamentos: la gran variedad de formatos en los que se distribuyen. Por ejemplo, cuando experimentamos una infección de la piel no nos llamará la atención si nos aconsejan aplicar una crema vía cutánea, pero tampoco si nos recomiendan un medicamento por vía oral. Esto se debe a que en cada caso el poder de acción del medicamento puede verse ampliado según qué problema tengamos. Por eso, la variedad de formatos es enorme (jarabes líquidos, comprimidos, polvos para disolver, ampollas, supositorios, emulsiones, etc.) y también de modos de suministración (vía oral, cutánea, intravenosa, vaginal, anal, inhalatoria, etc.).

De la boca al foco del problema

De todos ellos, los medicamentos en comprimidos que injerimos por vía oral son los más frecuentes. El proceso es relativamente sencillo: tras colocar la pastilla sobre nuestra lengua y tragarla con un poco de agua, esta baja por el esófago al estómago en donde entra en contacto con una serie de líquidos estomacales que ayudan a que se deshaga y disuelva. De allí pasan a nuestro intestino, encargado de absorber los nutrientes del fármaco, y de ahí a nuestro aparato sanguíneo, que lo distribuirá por nuestro cuerpo. En ese momento se ponen en acción los llamados receptores, unas proteínas que se ubican en las células, que activan una función concreta de dicha célula. Ponerlos en acción puede significar tanto activar una de sus funciones, como bloquearla. Como es evidente, una u otra orden dependerá de la enfermedad que el organismo padezca y por lo tanto la necesidad que presente.

En este proceso el hígado juega un papel imprescindible: tras circular por nuestras venas, el principio activo sigue circulando hasta llegar al hígado cuando ya ha realizado su función. El hígado tiene el poder de volver más hidrosolubles estos principios. Aquellos que no pueden volverse más hidrosolubles, serán expulsados por el organismo por medio de la defecación.

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Miguel Medina
Miguel Medina
Especialista en Comunicación Digital y Social Media. Content Manager, Editor y Redactor de Contenidos Web en diferentes revistas y medios de prensa online. Prosélito devoto del Lean Writing.
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